Desde las tragedias de Sófocles, el Prometeo de Esquilo o Electra de Eurípides, el teatro ha sido reflejo mismo de la humanidad; enfrentándonos a nuestros miedos, afanes y pasiones. Lo dijo García Lorca: «El teatro es la poesía que se levanta del libro y se vuelve humana». «Hamlet», la obra más representada en el mundo y la más larga de William Shakespeare, composición dramática escrita hace más de 400 años, sigue estando igual de vigente. Despertando esa misma conmoción, duda e infortunio. Y la ovación en públicos tan exigentes como el del London Coliseum.
El diseño del francés Daniel Beylard es quizá el monumento más consentido del Centro Histórico. Al caer la tarde, cuando su fachada se pone pretenciosa con su tez amarilla, tanto locales como extranjeros gustan tomarse una selfi ante ella. Siendo el teatro más antiguo de Centroamérica, recientemente el Ministerio de Cultura conmemoró su 105.º aniversario con recorridos guiados, presentaciones de danza, música y una muestra fotográfica. Tuve la oportunidad de estar en uno de sus 605 asientos en el marco del Día Mundial del Teatro, que se celebra cada 27 de marzo, para disfrutar de «Ricardo III», una adaptación y dirección de René Lovo. Con un elenco de jóvenes talentos como Rebeca Castro, Jorge Medrano, Edwin Villanueva y Francisco Yazbek.
La obra shakesperiana es simplemente excelsa, y de la cual debo resaltar dos cosas: la bestial actuación de Gabriel Gallego y la música en vivo de 3 Ramas de un Árbol, que le dieron a la obra una atmósfera a lo Quentin Tarantino. Por esas casualidades de la vida, me senté al lado de un mexicano, de quien me hice amigo mientras esperábamos el inicio de la obra, y que me comentó que la razón de su visita en el país se debía al interés en el tema del bitcóin, pero eso lo relataré en una siguiente nota.
La cuarentena debido a la pandemia fue un duro golpe a los que hacen teatro, al igual que a muchos otros artistas. Una espera de casi dos años para tener la oportunidad de volver a los escenarios.
René Lovo mencionaba que por primera vez estamos ante el hecho de contar hasta con cinco escenarios alternos, refiriéndose a la Nave Metro, al Teatro Chaplin, el Teatro Black Coyote, el Teatro Luis Poma y, por supuesto, La Galera Teatro. La gesta cultural no debe quedar allí, se deben crear nuevos espacios, reactivar los teatros de Santa Ana y de San Miguel, rescatar teatros olvidados, como en el que tuve la oportunidad de coorganizar un festival de arte en Santiago de María. Se debe promover el teatro desde las escuelas, los institutos y las universidades.
Por último, no quiero olvidar mencionar a los estatuistas, ya que en ellos pesa la ardua labor de sacar el teatro a las calles.
En un país con visión de un mejor futuro, el teatro no solo es necesario, sino imprescindible.