La pandemia por la COVID-19 tomó al mundo por sorpresa. Lo que parecía un tema en la lejana China se convirtió en un problema global con diversas repercusiones a escala local en cada país. En muchas latitudes hubo un exceso de confianza, pues se creyó que era un fenómeno regional, como lo ocurrido con el SARS o el MERS, que afectaron a las naciones asiáticas, pero no fue así.
Se necesitaba un liderazgo de vanguardia para prever con meses de antelación lo que sucedería con una enfermedad altamente contagiosa, de la cual ya se registran más de 60 millones de enfermos y casi 1.5 millones de decesos en el mundo.
Las primeras medidas del gobierno del presidente Nayib Bukele lograron ganar tiempo para retrasar la llegada del SARS-CoV-2, virus causante de la COVID-19, lo que permitió hacer los preparativos para que la enfermedad no colapsara el endeble sistema de salud heredado de los gobiernos del FMLN y ARENA.
No solo se ha tratado de la intervención masiva de la infraestructura hospitalaria, también se contuvo la propagación con los recién llegados del exterior y se atendió y curó a miles de salvadoreños. Por si eso fuera poco, se tuvo la previsión de negociar la adquisición de las vacunas que protegerán a la población de esta enfermedad con cuatro de las mejores compañías investigadoras, como lo anunció el presidente Bukele, a fin de garantizar el acceso a las dosis necesarias para el país.
Ya los representantes de AstraZeneca anunciaron que el Gobierno de El Salvador recibirá 2 millones de dosis de la vacuna que la farmacéutica ha desarrollado en conjunto con los investigadores de la prestigiosa Universidad de Oxford, en Inglaterra. Acuerdos similares han sido llevados a cabo con otras tres farmacéuticas para garantizar el acceso a más dosis de vacunas. Es decir, en El Salvador no solo estará disponible el producto de una investigación, sino el de cuatro, como mínimo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aspira a que haya acceso masivo a las vacunas y por eso, en conjunto con la ONU, creó la plataforma COVEX, para que todos los países puedan obtenerlas.
El presidente Bukele anunció que las vacunas contra la COVID-19 serán gratuitas y que cada persona decidirá si la recibe o no. Lo ideal, según los expertos, es que todos nos vacunemos, para erradicar la circulación del virus, pero el Gobierno ha decidido reconocer el derecho individual y no imponer nada, en concordancia con sus compromisos democráticos.
Hemos tenido una respuesta de vanguardia ante la pandemia, desde el inicio mismo del fenómeno, y esto se refleja en los resultados: el país con menor impacto por la enfermedad en la región.
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«No solo se ha tratado de la intervención masiva de la infraestructura hospitalaria, también se contuvo la propagación con los recién llegados del exterior y se atendió y curó a miles de salvadoreños. Por si eso fuera poco, se tuvo la previsión de negociar la adquisición de las vacunas que protegerán a la población».