El Gobierno del presidente Nayib Bukele lleva a cabo una importante cruzada en contra del crimen.
Gracias a las medidas contenidas en el régimen de excepción, más de 26,000 pandilleros han sido detenidos para enfrentar la justicia.
No ha sido una tarea sencilla, porque significa ampliar el ya extenso despliegue territorial de la Policía Nacional Civil y de los militares para ejecutar las incursiones necesarias que permitan la captura de delincuentes, muchos de ellos escondidos en los lugares más inverosímiles o incluso intentando ocultar su permanencia a las redes criminales, con recursos tan burdos como quemar sus tatuajes, dejando cicatrices con los nombres de las pandillas.
El Gobierno recientemente entregó más equipo a la Policía para que tenga las herramientas necesarias para enfrentar a los pandilleros y a sus secuaces.
En este contexto, la visita del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha sido muy importante porque refleja el respaldo hacia El Salvador de un amigo incondicional.
A propuesta del presidente Bukele, México duplicará la ejecución de los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro.
Esto es clave en la lucha para hacer más seguro al país.
«Ayudar a los jóvenes los aleja del camino de tomar conductas antisociales. Estamos quitándoles el semillero a los grupos criminales. Aquí en El Salvador son 10,000 jóvenes que están recibiendo apoyo y capacitación laboral», expuso el mandatario mexicano.
Al mismo tiempo, los gobernantes recalcaron que ambos pueblos no pueden depender de terceros para superar sus retos y definir el rumbo por seguir.
Es decir, usar el derecho a la autodeterminación, como pueblos libres y soberanos. Esa es la ayuda y la actitud de un amigo que busca ayudar, volcando la cooperación al esfuerzo del combate a la inseguridad, a diferencia de lo que otras naciones hacen, como redireccionar su cooperación hacia organizaciones controladas por la oposición para que lleven a cabo sus agendas.
Como México, El Salvador hace un esfuerzo para que sus ciudadanos estén más seguros y tengan las condiciones necesarias para vivir en paz y prosperidad, lo que, a la larga, se convierte en una poderosa herramienta para disuadir la emigración irregular, motivada por la falta de oportunidades económicas o para huir de los grupos criminales.
Combatir a las pandillas, pues, contribuye a que menos salvadoreños quieran arriesgarse a realizar el peligroso camino hacia Estados Unidos.
México demuestra que sí es posible que dos naciones, al margen de sus diferencias, pueden fortalecer sus lazos de amistad y cooperación, pero manteniendo el respeto a la autodeterminación.