Los primeros 19 meses de la administración del presidente Nayib Bukele y la primera quincena del presente año han finalizado, son días de reflexiones, balances, análisis, efectos de la COVID-19, presupuestos y más; los balances y análisis de seguridad pública y ciudadana han estado ausentes de los medios de televisión y radio para no reconocer los avances y logros, no hay argumentos técnicos para ir a hacer el ridículo ante cámaras y micrófonos negándolos, ya que se cerró 2020 y no es el principal problema de los salvadoreños, no aparece como la principal demanda para los ciudadanos, debido a que la actuación del presidente y gabinete de seguridad fue pragmática, ejecutora, y con resultados que están respaldados por estadísticas oficiales de FGR, PNC, IML, superando sus mejores marcas y registros al compararse ya con datos del actual gabinete de seguridad, además de una excelente campaña estratégica de comunicación centralizada y que impacta. El año inicia con demandas de empleo, economía, canasta básica, educación, salud, oportunidades para emprender y salir de deudas.
Por lo anterior es mi respetuosa sugerencia y propuesta se consideren de manera muy especial las siguientes modalidades delictivas para desarrollar los planes y estrategias institucionales que son las que afectan principalmente a los ciudadanos.
-Homicidios. Se registra una segunda considerable e inédita disminución anual como país en número y tasa, además de un quiebre en la estadística a partir de junio de 2019. Una meta razonable y alcanzable que se puede lograr para este año sería disminuir la tasa de homicidios anual por cada cien mil habitantes a valores que oscilen entre 15.3 y 19.4. Lo cual nos mantendría bajo el promedio de toda América Latina, y superaríamos a Guatemala, que ya estamos en el mismo tramo. Esto se lograría con un promedio diario anual de entre 2.9 y 3.5 homicidios diarios. Que superaría la meta del año anterior.
-Privaciones de la libertad (desaparecidos). Se registra baja en las estadísticas de denuncias el año anterior, pero no es suficiente, es vital apoyar a la PNC, FGR y el IML para que fortalezcan sus unidades. Dotarlos de tecnología de punta, mayor personal especializado, conformar equipos de búsqueda inmediata, atención integral a las víctimas y resolver la impunidad de esta tipología criminal. Una meta deseable sería disminuir a 2/ 3 denuncias diarias en el año, considerando que ya está comprobado que la mayoría de las personas reportadas como desaparecidas aparecen con vida y sin delito.
-Extorsiones. Se ha convertido en el negocio del presente siglo para los criminales. Hay una percepción de que es el delito más fácil de cometer en El Salvador. Se requiere, insisto y propongo, un año más, una «cruzada nacional antiextorsión» con el apoyo de todo el Estado. Es posible mejorar los indicadores y frenar considerablemente la extorsión en 2021.
-Desplazamientos forzados internos. Los ciudadanos tienen derecho al pleno goce de sus derechos constitucionales. A vivir donde han decidido y a trabajar donde desarrollan sus emprendimientos y negocios. Las disminuciones del año anterior han sido positivas, pero se debe erradicar.
-Expresiones de violencia contra la mujer y feminicidios. Durante 2020, se registra una segunda disminución considerable e inédita sobre asesinatos de mujeres, pero la violencia feminicida continúa presente en nuestra sociedad, es estructural. El machismo sigue causando daño a la familia. Hay que trabajar en los procesos de educación y formación de nuevas masculinidades.
-Amenazas y lesiones. El reflejo de una sociedad violenta e intolerante, que privilegia la violencia como método de resolución de conflictos o diferencias. Los mayores delitos cometidos en 2020. No somos ni tenemos un país seguro todavía, el crimen organizado y las pandillas existen, son una realidad y siguen haciendo mucho daño. Pero hay avances y logros que no se pueden negar ni invisibilizar, que ha logrado y sostenido el gabinete de seguridad, elementos e indicadores que podemos aprovechar por medio de la planificación estratégica para lograr consolidar y facilitar el desarrollo humano y económico. Decido creer en Dios que será un año favorable y próspero.