«La oración que hacíamos todos los días era encontrarlo sea como sea y Dios nos respondió», así dijo el hermano de Melvin Ulises Flores Anzora, quien fue reportado como desaparecido el 16 de agosto junto a otros dos jóvenes. Los tres amigos, originarios de Tonacatepeque, fueron encontrados asesinados ocho días después en una fosa en Ciudad Credisa, Soyapango.
Familiares y amigos despidieron ayer a Flores Anzora y a Ramón Eduardo Erroa, quienes fueron sepultados en el cementerio municipal de Tonacatepeque. Los restos de Alfredo E. L., de 15 años, todavía no han sido entregados por el Instituto de Medicina Legal, pues deben hacer análisis de ADN.
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Los tres jóvenes vivían en el cantón Malacof del referido municipio. Según las investigaciones policiales desaparecieron cuando uno de ellos salió de la ciudad tras atender una llamada. Los otros dos decidieron acompañarlo y abordaron un vehículo. Fuentes consultadas por «Diario El Salvador» explicaron que el automotor tenía sistema de GPS y así encontraron el vehículo. El proceso de reconocimiento de los cuerpos fue tardío, ya que se hizo a través de pruebas de ADN.
Justicia llegará sola
Familiares de Flores Anzora aseguraron que el joven jamás tuvo problemas con nadie, ignoran el motivo de la desaparición y asesinato y no están interesados en conocerlo, por el contrario, agradecen que pese a que fue hallado sin vida pudieron hacer el sepelio.
«Que se haga la voluntad de Dios, él se encargará de hacer justicia y mejor buscar las cosas buenas. Ahora ser joven es pecado y no sabemos qué habrá pasado con ellos. Estamos conformes que ya sabemos dónde está», dijo el hermano.
Flores estudió hasta noveno grado, era «la mano derecha» de su madre, ya que cualquier cosa que necesitaba él le ayudaba, dijo un familiar. El joven trabaja en una empresa privada repartiendo productos y le tocaba visitar diferentes departamentos.
Además, a Flores le encantaba jugar fútbol y era parte de un grupo musical. «Era super tranquilo, no puedo decir cosas malas de él. Nos apoyaba y más a mi mamá. Los domingos salía feliz a jugar y luego solo pasaba en su casa», contó su hermano.