Esta vez voy a contar la historia de Joane. Primero diré que los dientes se pueden manchar por muchas razones: por algún problema en el proceso de formación de la dentadura, por colorantes externos que se adhieren por algunas bebidas o comidas y por procesos traumáticos, que es el caso de este relato.
Joane es una joven de Usulután que llegó a San Salvador para trabajar en un hotel como mucama, y entre las indicaciones de sus empleadores está que les sonría a los clientes y los salude cordialmente. Pero ella tiene un problema: se le ha manchado el diente de enfrente y le da pena sonreír.
Hace unos meses, cuando jugaba fútbol con sus amigas, le dieron un pelotazo en la cara y le golpearon la boca. Lo pasó muy mal, ya que su labio se inflamó mucho y le dolía el diente, por lo que no quiso salir de la casa durante un par de días; incluso faltó a la fiesta de su comunidad. Tomó analgésicos para el dolor y para la inflamación por tres días y luego, según ella, todo volvió a la «normalidad».
Lo que le sucedió a Joane es que la circulación sanguínea que nutría de vitalidad al diente se perdió. El diente tuvo un proceso de destrucción del tejido interno; los vasos sanguíneos y el nervio se comenzaron a necrosar, es decir, a morirse. Después de un traumatismo como ese, el diente duele durante pocos días y luego el dolor desaparece. A veces hay un poco de movilidad, pero se vuelve a recuperar la estabilidad, y no se percibe hasta días o meses después el cambio de color en la pieza, que puede ser de un tono rosado pálido, amarillento o café intenso. Este cambio generalmente asusta al paciente y, en la mayoría de los casos, le da pena sonreír, incluso pone su mano sobre la boca para que no se note.
Un tratamiento endodóntico y un blanqueamiento son las alternativas menos agresivas. Sin embargo, también puede cubrirse el diente con una corona. Este proceso se debe hacer lo más pronto posible, si no las células del tejido pueden comenzar a desintegrarse hasta el punto de ser necesaria la extracción de la pieza.
Perder un diente frontal no es fácil, es un trauma que nadie quiere pasar. Por lo tanto, hay que acudir al odontólogo para que haga una evaluación completa, una radiografía y monitorice el diente durante algunos meses. Hay exámenes que indicarán si el diente está vivo o si las células nerviosas se han degenerado y si es mejor el tratamiento de canales, también llamado endodoncia.
Los accidentes no se pueden evitar; son eventualidades que surgen al hacer deportes o llevar a cabo actividades que ponen el cuerpo en riesgo. Sin embargo, ante estos hay que estar atentos a los cambios o las reacciones de los tejidos y, mucho más, ante el cambio de color de algún diente.
Recordemos siempre que la prevención es un camino seguro —funciona en la economía de la casa, en la seguridad de la familia y en la vida—, no está de más pensar en los riesgos y en los beneficios de todo lo que hacemos. Debemos estar preparados.