«¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia». Epicuro
La maldad humana adopta muchas caras diferentes, se puede disfrazar de bondad o de esperanza, pero se logra diferenciar con creces en sus resultados cuando estos se transforman en un viaje de avaricia.
En los últimos años en nuestro país secretamente en las redes sociales se fraguó una de las modas criminales más dantescas y mezquinas que se podían haber dimensionado. Recuerdo cuando veía algunos casos de estafa clásicos como el billete de lotería y la barra de oro, que consistían básicamente en tentar a una perso- na con la oportunidad de aprovecharse de alguien humilde «ayudándole a cambiar un billete de lotería ganador o una prenda de oro». Esta persona dejaba en prenda dinero o algún teléfono como garantía de que recuperaría luego del trámite, y de pronto ¡cazador cazado! La humilde persona resultó ser un estafador hábil que encontró a su víctima, pero fue ahí donde comenzaron a surgir los primeros atisbos de una estrategia de estafa que florecería rápidamente.
¿Se acuerda de Forex, una empresa que prometía rendimientos de inversión con márgenes de ganancia absurdos? Sus fundadores, ahora acusados por estafar miles de dólares a decenas de personas, huyen de la justicia. Este esquema se mantuvo y evolucionó a estructuras menos complejas en las cuales ahora se le vendía a la gente la oportunidad de invertir en marketing digital, una educación de cómo ganar dinero fácil con solamente su teléfono, internet y las redes sociales; sin embargo, solo era una entrada a una estructura piramidal de referidos, conocido como esquema Ponzi, nombre en honor del italiano Carlo Ponzi, quien diseñó este esquema para efectuar una de las estafas más famosas de la historia en Estados Unidos en 1920.
Recuerdo hace un par de años, aún con la pandemia por la COVID-19 encima, que muchas personas estaban en una situación complicada económicamente hablando. La desesperación se convirtió en el arpón de los paladines del dinero y utilizaron esa desesperanza para materializar un sueño de codicia. Era mediados de 2021 cuando un amigo me mencionó la oportunidad de invertir en un proyecto en el que estaba él junto con otros, en el que pagabas $50 por tener acceso a una plataforma de educación en marketing digital donde ganabas dinero diario solo con usar el celular.
Investigué el caso por pura curiosidad y vi que eran operaciones que estaban al margen de cualquier actividad financiera regulada, que no había ningún tipo de entidad de por medio más que el pago de un nuevo recluta al que lo eligió; directamente en su cuenta de banco, generando una cadena infinita y una sed por conseguir referidos que engordaran tu cuenta, pero al final no vendían nada más que la oportunidad de convertirte en otro eslabón de la cadena; que si quería generar debía convencer a otros más.
A este pseudorrecurso le llamaban Sistema TDC: miles de personas sin saberlo vendieron las pocas pertenencias que tenían y en su ignorancia optaron por encontrar una esperanza en esta oportunidad, sin saber que perderían más que su dinero, también su credibilidad, su imagen y algunos su libertad, pero esto sería solo la punta del iceberg, pues pronto aparecerían otros nuevos gigantes de la estafa. Las entidades llamadas MundoGoSports, Goarbit, Xifra, GeneraciónZoe, entre otras, que llegarían a lugares y a personas que nunca se vieron siendo parte de algo que parecía tan real como un sueño, pero todos los sueños en algún momento deben terminar.
Acompáñenme a la segunda parte muy pronto.