Cada pueblo posee en sí y para sí, una forma de ver la vida (cosmovisión) y una forma de enfrentarla (Ética); de ahí, la menesterosa necesidad de plantearse en el mundo actual y sobre todo en la realidad del país, como se debe vivir y dejar vivir a los demás, sin irrumpir en los valores más sagrados de la moral enseñada por nuestros padres y abuelos.
La transmisión de los valores no es una teorización mecánica simplemente, implica una realidad intensa venida desde lo más profundo del ser humano, que permite un modo de vida racional y sensata ante el otro. Empero, sin obviar las bases ya puestas por el Derecho y la Moral social.
Esta columna podría iniciarse con palabras de grandeza idealista, pero lo mejor es hacerse la siguiente pregunta: ¿Valdrá la pena dedicar un escrito a la Ética y la Moral Profesional? sobre todo en una época donde la falta de Ética es lo que amasa fortunas, da entrada a oportunidades laborales, se sube escaños en los trabajos, etc. Sin embargo, desde la visión filosófica, educativa y jurídica, sin lugar a dudas, debe seguirse apuntalando a esta rama de la Filosofía, ahora convertida en ciencia particular.
Es ahora más que nunca, que debe adentrarse desde las cátedras de las escuelas, colegios y ante todo las universidades, para fomentar, interiorizar, enseñar con la palabra y el ejemplo, el comportamiento adecuado, humanista y de servicio para los demás, sobre todo los más necesitados. Por ende, ante la pregunta hecha con anterioridad, la respuesta siempre será un rotundo “SI”. Si a la vida, si a la calidad, si a ser auténticos, si al respeto de la ley, si a la entrega por los demás, pero sobre todo un Si a ser éticos en el actuar profesional.
Siguiendo a la maestra Yolanda Angulo Parra, en su obra: Ética y Valores, plantea como definición o acepción experiencial de Ética lo siguiente: “Aunque todos reflexionamos sobre cuestiones morales, cuando menos en forma rudimentaria e inconsciente, el filósofo pone en cuestión los contenidos de la moral, para analizar a qué responden, en qué circunstancias y condiciones materiales emergieron, cuáles son sus fines. Por ello es usual decir que el objeto de estudio de la ética es la moral. De igual forma se puede referir a la ética llamándola “teoría moral”. En términos más sencillos, la ética es la reflexión y sistematización filosófica sobre la moral”.(Parra, 2004)
Po tal motivo, hoy más que nunca esta definición debe encarnarse en el cotidiano vivir de los profesionales, de los estudiantes, de los políticos, etc. De tal suerte, que cada actuar sea conforme al bien común y no a los intereses eminentemente particulares de cada uno. Todos los principios lógicos atestiguan, que saber vivir, saber pensar y saber actuar, es la mejor forma de existir y coexistir; por tanto el formando y formado han de ser la bandera de lucha en pos de la ética cotidiana.
No se le puede exigir solo a los funcionarios públicos una actuación valorativa según el orden de la moral, es a cada uno de los ciudadanos de este país, que se le debe recordar su obligación moral de ser un ente de servicio y de cambio para la sociedad; ya lo decía el Maestro Heráclito de Éfeso: “Para el hombre, su carácter es su destino”.
Por ello, es de gran importancia, que el formando y el profesional, tenga dentro de su bagaje cultural, a la Ética, no solo como un medio teórico, sino, ante todo, como una práctica de vida y de trabajo; un modus vivendi que marque el caminar de su actuar y de su ser, según estos principios universales de actuación, que, en conjunto con las Leyes, permiten la armonía social y ante todo un El Salvador más justo, real, pacifico y de una madura idiosincrasia a favor de las grandes mayorías.