El Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte (PAPTN) tenía como misión principal reducir las migraciones, lo cual resultó un fracaso. Así lo reconocieron los EE. UU. Este plan fue lanzado en 2014, después de la llegada masiva de menores no acompañados. Algunos definieron el plan como una iniciativa propagandística, donde sí hubo alianzas pero no trajo prosperidad a ninguno de los países miembros. Esto trae consigo la necesidad de replantear el plan, respetando la soberanía de cada uno de los países, ya que cada país tiene su propia forma particular de tratar las causas que originan la inmigración irregular, como son la inseguridad, la extrema pobreza, la falta de oportunidades para jóvenes laborales y de estudio, así como el lento y escaso crecimiento económico de las últimas décadas. La iniciativa del presidente Biden de retomar el tema y establecer un plan de ayuda de carácter bilateral y de diferente aplicación para cada país —en este caso, Guatemala, El Salvador y Honduras— tiene mucho sentido porque sería un plan más ajustado a la realidad y a la idiosincrasia de cada país que conforma el Triángulo Norte. Lo que se necesita con este nuevo plan son reformas estructurales que promuevan un crecimiento económico a corto, mediano y largo plazo. Es necesario replantear el PAPTN en esa nueva dirección.
Al inicio de este plan se hicieron grandes esfuerzos e inversiones por parte de Estados Unidos, como también de los países miembros; sin embargo, algunos estudios demostraron posteriormente que la migración irregular no disminuyó. Por el contrario, aumentó en sobremanera y de forma descontrolada. En el caso de la migración de familias, las autoridades estadounidenses encontraron un aumento de 2016 a la fecha de un 691 %. Esto indica que se debe elaborar una nueva hoja de ruta en diferentes direcciones que permita fortalecer de manera sostenible el desarrollo económico de cada país miembro del Triángulo Norte. Poner candados en las fronteras no resuelve el problema de la migración irregular. La Acnur y la OIM deben también ajustar sus procedimientos a estas nuevas realidades, especialmente a aquellas que conciernen a los procesos de asilo.
Vemos con mucho beneplácito y entusiasmo que el presidente Biden haya asignado liderar la gestión de la inmigración irregular de los países que conforman el Triángulo Norte a la vicepresidenta Kamala Harris, una mujer con una experiencia y trayectoria política muy brillante, lo que le dará un alto nivel y mucha seriedad a la nueva gestión.
Todos estos temas tienen que tratarse de manera integral e integradora por parte de todos los sectores productivos, puesto que el crecimiento de un país no es responsabilidad solo de un Gobierno de turno, es responsabilidad de toda una población y su Gobierno en su conjunto, trabajando en una sinergia para conseguir un solo objetivo: el desarrollo de un país. El presidente Bukele y sus nuevas medidas económicas implementadas a través de Bandesal han puesto al país en la línea correcta. Esperamos que la vicepresidenta Kamala Harris, en sus informes previos acerca de los países que conforman el Triángulo Norte, considere los esfuerzos que El Salvador está haciendo de manera efectiva para reducir la inmigración irregular atacando de raíz las causas que la provocan.