El presidente desarrolló el lanzamiento mundial del denominado método o modelo Bukele, liderado por él, creado y ejecutado por salvadoreños, en la 78.ª edición de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, del 19 al 26 de septiembre de 2023.
Era esperado y aclamado por los salvadoreños que se habían presentado a la sede del evento y en las calles aledañas, y el reconocimiento se observó en diferentes multiplataformas de redes sociales por extranjeros con sendos comentarios. Allí estaba uno de los mandatarios más jóvenes del mundo, que en su primera parada en ese escenario había desarrollado un discurso y un mensaje disruptivo con una selfi que sigue siendo reproducida cuatro años después y que ha conseguido millones de vistas y reproducciones. Lejos estábamos de que su discurso de hace 48 horas lograría millones de reproducciones y esto indicó el nivel de aprobación y admiración.
Mientras muchos países en Sudamérica, Centroamérica, el Caribe y Norteamérica presentan alzas en crímenes y delitos, narcotráfico, crimen organizado, inestabilidad política, social y económica, sociedades altamente intolerantes y con graves problemas, y sus mandatarios con niveles de aprobación con indicadores de reprobados.
La norma de nuestros expresidentes había sido presentarse a pedir dinero, recursos, a quejarse y mayoritariamente a mentir, incluso en el caso del expresidente Mauricio Funes, a reconocer que el crimen organizado había permeado la estructura del Estado, y era obvio, lo conocía perfectamente porque él aprobó y autorizó la negociación con el crimen organizado y las pandillas, además de que estaba saqueando los fondos públicos y había una corrupción generalizada. Además de jactarse de que estaba facilitando el denominado «proceso de pacificación» —se puede imaginar, estimado lector, semejantes declaraciones—, le mintió al pueblo y a la comunidad internacional.
El segundo mandatario del FMLN, Salvador Sánchez Cerén, ni siquiera pudo leer bien la plana que le habían ordenado que leyera, llegó a reírse ante los medios de comunicación sin ningún sentido y el colmo, a dormirse en el pleno. Antes de ellos el expresidente Saca, con un discurso que sonaba bien, con buena expresión y mensaje corporal, pero vacío y sin resultados, lleno de falsas promesas, aburrido, y siempre quedábamos mal y sin obtener ayuda.
El presidente Nayib Armando Bukele Ortez desarrolló un discurso realista con evidencias, datos, estadísticas e indicadores; se presentó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas con suficiente evidencia y brindó un testimonio al mundo sobre cambios reales, no sueños ni proyecciones.
El punto central de su mensaje fueron los resultados innegables, irrefutables de su estrategia de seguridad denominada Plan Control Territorial, los cuales ubican a El Salvador en una posición envidiable e inmejorable en Latinoamérica, con una solución propia, interna, sin asesoría, consejo o apoyo de ningún país, ni de un gurú de la seguridad o tanques de pensamiento de ninguno de los cinco continentes, y eso que nos les compartió que fueron dos años sin financiamiento por parte de los partidos políticos de oposición y adversarios de grupos de poder, la llegada y los efectos de la pandemia de la COVID-19 y sobre todo con opositores e incrédulos a todo nivel, nacional e internacionalmente.
El presidente Bukele desarrolló una tremenda exposición, con un tono de voz apacible, sin ningún tipo de exaltación ni arrogancia, sus evidencias fueron suficientes y le quedó espacio para promover a nuestro país, invitar a los extranjeros a que nos visiten y a sus homólogos mandatarios a promover una migración inversa. Ha sido una presentación memorable y por primera vez la República de El Salvador presentó ante la ONU resultados y realidades de un proceso de transformación, y como el ver, oír y callar no solo quedó atrás con los pandilleros, ahora los salvadoreños dentro y fuera del país tienen esperanza y sueños por cumplir.