El Salvador está por convertirse en el primer país del mundo que reconocerá el derecho de sus ciudadanos residentes en el extranjero a participar en la elección de diputados, alcaldes y miembros de concejos municipales.
El primer paso fue dar validez legal a lo que por décadas fue una afrenta para una buena parte de la población: permitir el voto de la diáspora, un derecho que fue negado de manera consistente y repetitiva por los gobiernos de ARENA y del FMLN, temerosos de las decisiones que podrían tomar los que una vez se fueron del país pero que mantuvieron fuertes sus lazos con su nación.
El método elegido por ARENA-FMLN trató de ser lo menos inclusivo posible, para continuar con su estrategia de desalentar la participación de la diáspora.
Con una población migrante muy numerosa en Estados Unidos, con ingresos ligados directamente a trabajos que pagan por día, el Estado debe esmerarse para afectar lo menos posible a sus ciudadanos en sus labores.
Eso, sin embargo, sin descuidar los mecanismos de protección del voto, además del manejo con transparencia de la fiscalización del proceso electoral. A eso se suma el uso eficiente de los fondos públicos para garantizar el sufragio.
La nueva Asamblea Legislativa ha decidido la implementación del voto electrónico como mecanismo para garantizar mayor participación de la diáspora en las próximas elecciones de alcaldes y diputados. No solo se abaratarán los costos, sino que también habrá tecnología para garantizar el respeto a la decisión de los votantes, sobre todo gracias a los convenios del Tribunal Supremo Electoral (TSE) con el Centro Nacional de Criptografía de España, que permitirán codificar de manera eficiente y segura los datos del voto electrónico.
La oposición rechaza el uso de la tecnología alegando falta de garantías o dudas en la transparencia, tratando de deslegitimar lo que saben de antemano: un contundente apoyo de los salvadoreños residentes en el exterior hacia el Gobierno del presidente Nayib Bukele y el trabajo llevado a cabo por la bancada cian en la Asamblea Legislativa.
El temor de ARENA-FMLN hacia la diáspora ha crecido de forma exponencial porque conocen el rechazo que despiertan, ganado merecidamente por su abandono, negligencia y malos tratos.
Siempre tuvieron un cálculo mercantilista no solo en función de las remesas que han mantenido a flote la economía nacional, sino también para exigir donaciones y aportaciones a las campañas de sus decadentes candidatos. Unos apoyos que fácilmente eran olvidados.