El presidente Nayib Bukele comparó recientemente la guerra contra las pandillas con un procedimiento médico para extirpar el cáncer de un paciente. Se trata de decisiones difíciles pero necesarias para superar una etapa de crisis.
Así, el presidente Bukele mencionó que un paciente debe someterse a cirugía, pero también a quimioterapia y a un largo proceso para liberarse de la enfermedad. Son pasos amargos, pero no se pueden evitar.
Además del coraje y de la decisión política requerida había otro componente que no siempre se ha tenido en cuenta. Y tiene que ver con la economía. El presidente Bukele explicó, durante la inauguración de una planta de producción de medicamentos, que un funcionario de un organismo multilateral le advirtió que erradicar de tajo a las pandillas podría poner en riesgo la economía del país.
Y es que los más de 70,000 integrantes y colaboradores de las maras tenían ingresos ilegales provenientes de las actividades ilícitas —extorsiones, robos, sicariato, tráfico de drogas y de armas—, que terminaban ingresando a la economía formal a través de compras de alimentos, saldos para celulares y consumo en general, además de que la misma violencia que provocaban estos delincuentes alimentaba un importante sector de agencias de seguridad y toda una industria que suministra herramientas, tales como cámaras de vigilancia, alambre razor, entre otros.
Desmantelar las pandillas, entonces, abría la posibilidad de impactar la economía. Hasta ese momento había más incentivos para que los jóvenes se dedicaran al crimen que para que estudiaran. Y, en negativo, no había incentivos para que un negocio creciera, porque iban a aumentarle la cuota de extorsión.
Sin embargo, el Gobierno decidió enfrentar el cáncer de manera radical y dar los incentivos correctos a la sociedad. «Al eliminar a las pandillas, que estamos cerca de lograrlo, le dimos vuelta a los incentivos. Ahora robar, matar y ser integrante de una pandilla lo lleva al Cecot. Pero al trabajar ya no le cobran más renta, puede crecer su negocio», sostiene el gobernante.
Las pandillas ya no son atractivas para nadie, como sí lo fueron durante los gobiernos de ARENA y del FMLN, cuando crecieron, se fortalecieron y organizaron. Ahora, en cambio, los jóvenes tienen incentivos para estudiar, trabajar, esforzarse y salir adelante.
Ha sido tan eficaz la seguridad como incentivo que la economía no solo no cayó, sino que ha crecido. «Superamos el cáncer sin pasar por los estragos de la quimioterapia», ejemplificó el presidente.