El FMLN como guerrilla conquistó con discursos de justicia social. El FMLN político terminó desencantando el ideal de la población salvadoreña con funcionarios que terminaron lucrándose de las arcas estatales y desviando millones de dólares a sus cuentas personales. El ejemplo más claro es Mauricio Funes.
La transición de ser una de las guerrillas mejor entrenadas de Latinoamérica a fuerza política emergente en una sociedad pos conflicto armado ocurrió a la velocidad de un decreto legislativo que le dio vida en aras de cumplir el compromiso adquirido en los suscritos Acuerdos de Paz.
De usar fusiles, buena parte de los líderes históricos del FMLN pasaron a la diplomacia, a los consensos políticos y económicos; y tras luchar por las desigualdades, debían pasar a trabajar por eliminarlas primero desde el Poder Legislativo y luego desde el Ejecutivo.
En contraste, los excombatientes vieron que muchos de sus comandantes asumieron las riendas en la política y pronto comenzaron a cambiar su estilo de vida.
Desde 1994 hasta 2009, el FMLN intentó sin éxito llegar al Ejecutivo, pues no contó con el respaldo de la población salvadoreña en las urnas. Pero con la fórmula encabezada por Mauricio Funes y secundada por Salvador Sánchez Cerén, logró hacer un sitio en la historia de El Salvador al ganar el Ejecutivo.
Ofertado como el verdadero cambio, Funes no solo no eliminó la corrupción heredada de ARENA, impulsor de las privatizaciones que el FMLN cuestionaba, sino que redefinió los mecanismos de corrupción para sustraer recursos estatales.
Parte de los beneficios que logró la cúpula roja, mas no sus militantes y excombatientes, fue impunidad y conservar la dirección de instituciones dentro del aparato estatal.
La impunidad llegó con una ley de amnistía que eximió de los asesinatos a muchos líderes de la guerrilla, que con los Acuerdos de Paz pasaron a ser dirigentes políticos.
Una de las instituciones que surgieron precisamente con los Acuerdos de Paz fue la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), e históricamente quien asumió el rol de procurador tuvo estrecha relación con el partido de izquierda.
El actual titular de la PDDH, Apolonio Tobar, formaba parte de los donantes del FMLN y se puso en duda la legalidad de su elección al tener una evidente vinculación.
Ahora, el camino que le depara al FMLN es incierto, con una fuerza política reducida y con poco apoyo de la población. Las posibilidades de mantenerse en la palestra política no son seguras.