El perverso régimen que surgió de la alianza entre ARENA y el FMLN se basó en una serie de ficciones que les ofrecieron a los ciudadanos como libertades.
La principal de ellas estaba relacionada con la libertad de elegir a los gobernantes. De manera formal, el votante tenía en la papeleta dos opciones ideológicamente contrapuestas: una opción de derecha y otra de izquierda. Es decir, planes de gobierno que podrían estar en choque y contradicción, con grandes cambios entre uno y el otro.
Sin embargo, la realidad demostró la trascendencia tan profunda de la alianza: no solo no hubo cambios cuando el FMLN asumió el poder, sino que los mismos financistas y grupos empresariales que se habían beneficiado con ARENA continuaron haciéndolo en el supuesto Gobierno del cambio, el que tenía opción por los pobres y que había prometido combatir la corrupción, pero no hizo más que ajustarse al engranaje del saqueo público.
Otro de los grandes intereses corporativos disfrazados de libertades es la tan defendida por los medios tradicionales, libertad de expresión, la cual solo aplica, en la práctica, a los dueños de los medios de comunicación, los únicos que pueden expresarse libremente.
Es antológica la censura en los medios tradicionales en función de los intereses del dueño de la empresa mediática. Los temas se jerarquizan no en función de lo que es más importante para los ciudadanos, sino si ello defiende de mejor manera los intereses del grupo económico al que pertenece el empresario que posee el medio.
La Constitución de la República reconoce el derecho a la libre expresión, lo protege y se crearon mecanismos para cumplirlo. Sin embargo, queda en función de los medios y su «línea editorial» cómo aborda los temas.
El Gobierno del presidente Nayib Bukele ha defendido la libertad de expresión, aunque haya activistas y empleados corporativos que se rasgan las vestiduras al decir lo contrario y poner como supuestas pruebas las más inverosímiles teorías de la conspiración, las que, por cierto, han dicho con total libertad y sin ninguna censura. Asimismo, tienen la libertad de expresar todo lo que quieren, incluso para decir que no tienen libertad de expresión. Contradictorio, sin ninguna duda, pero eso revela la ausencia de solidez de sus denuncias.
ARENA y el FMLN pusieron toda esa maquinaria mediática a su servicio, y aún ahora, ellos o a través de sus financistas, controlan la narrativa de los medios tradicionales al ponerles un plan de ataque para intentar recuperar los privilegios perdidos, es decir que siguen luchando para defender sus intereses, aunque lo presentan como si fuera en defensa de las libertades.