Todos sabemos que emprender, definitivamente, no es para todos, o al menos no todos han despertado la idea de comenzar sus propios emprendimientos, puesto que se nos ha educado para titularnos para obtener trabajos de alto rango o jerarquía.
Lastimosamente, en muchas universidades no nos estimulan a que trabajemos para nosotros, más bien, que trabajemos para otros, y que todo el conocimiento que se adquiere en ellas lo apliquemos en una empresa ya establecida.
¿Es malo querer trabajar en una empresa o institución establecida? Por supuesto que no. Es más, es importante que muchas personas colaboren para que estas empresas aporten a la sociedad y en beneficio de ellas.
Sin embargo, sabemos que en los países más desarrollados e industrializados la cantidad de personas que emprenden o construyen sus propias empresas es muchísimo mayor que en Latinoamérica, porque tienen el famoso síndrome del emprendedor, que los hace trabajar arduamente para alcanzar sus metas.
Estas personas se visualizan constantemente buscando cómo hacer crecer su empresa y cuántos colaboradores pueden contratar para eso.
Pero hay algo más que define ese sueño y crecimiento: la constancia.
¿Qué es la constancia? Según la definición, la constancia es la voluntad inquebrantable y continuada de hacer una cosa o el modo de realizarla.
Como podemos notar, el hecho de tener la continuidad de hacer una y otra vez una tarea específica es algo que nos crea un mapa mental en el cerebro que, si repetimos un hábito o una habilidad, esta nos llevará a un punto donde nos hemos proyectado.
Por ejemplo, cuando somos niños de pocos meses de nacidos, ¿cómo aprendemos a caminar?
Muchas veces el instinto inquebrantable de ver a otros caminar nos hace querer hacer lo mismo. Y ¿qué hace el bebé? Pues intenta pararse una y otra vez, y dar pasos poco a poco. Nos paramos y avanzamos, damos algunos pasos y caemos, pero la repetición y la constancia de querer caminar nos hace programar el cerebro para que envíe más fuerza y coordinación a las piernas y, al fin, estas comprenden que vamos a caminar. Y así es como aprendemos a caminar, por la constancia y la repetición de una tarea específica que dibujamos como mapa mental.
Lo mismo es en el emprendimiento. La clave de su construcción es la constancia, la repetición y la voluntad inquebrantable para ejercer nuestro deseo que se convirtió en la meta.
También debemos considerar qué repeticiones constantes debemos hacer, puesto que si hacemos pasos innecesarios o inadecuados para un emprendimiento, puede ser que demos golpes al aire y esforzarnos equivocadamente en una repetición que nos haría perder el tiempo, los recursos y la estabilidad emocional. Por eso, busca a las personas o los centros de formación idóneos para el análisis de tus metas y emprendimientos, con los que vas a estar seguro de la asesoría adecuada para implementar esa idea que se convertirá en una empresa que dará ingresos a otras personas y un aporte a la sociedad.
El país necesita de ti, de personas con sueños y metas, pero debes ser constante, y la constancia lleva su tiempo. Y este dependerá del tipo de emprendimiento que vas a implementar.