La salud mental de la población es un tema cada vez más preocupante, relevante y pertinente, ya que la Organización Mundial de la Salud la define como un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera y aportar algo a su comunidad. Como sociedad hemos atravesado por diferentes momentos en la historia cargados de violencia, delincuencia, criminalidad, conflictos de todo tipo, y la salud mental ha sido desatendida antes, durante y posterior a cada una de esas etapas.
En nuestro país uno de los sectores marginados y excluidos fue históricamente el de los menores, los adolescentes y la juventud. Durante el presente siglo las pandillas criminales se convirtieron en las principales agresoras, acosadoras, homicidas y otra serie de ataques delictivos. La población que ingresa al sistema educativo superior, en mi opinión, fue la más olvidada por considerar que al ingresar a los centros educativos universitarios muchos ya eran mayores de edad.
Es satisfactorio y esperanzador conocer que el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Mineducyt), por medio de sus diferentes políticas, planes, estrategias, objetivos y otros ha decidido transformar el sistema educativo a todo nivel. En ese marco, la Dirección Nacional de Educación Superior (DNES) en un proceso y planeamiento estratégico ha puesto en marcha y está cumpliendo los objetivos planteados en la Política Nacional de Educación Superior (PES), que en su objetivo, el marco conceptual, la visión, los principios rectores, los temas transversales de la PES —en particular en el numeral III— establece promover en la comunidad educativa el cuido de la salud integral; y me encanta y satisface que se establece, de manera específica, la salud mental.
La DNES ha trabajado estos meses para desarrollar las acciones y los lineamientos estratégicos para lograr los indicadores. Qué satisfactorio es conocer y disponer de evidencia que los jóvenes y adultos que forman parte de la comunidad educativa de nivel superior ahora son prioridad y tienen un equipo muy talentoso en la DNES acompañado de las rectorías, vicerrectorías, decanatos y autoridades de las instituciones de educación superior (IES), un trabajo en equipo, articulado, de todos los actores del sistema nacional de educación superior, y que la comunidad educativa también formará parte activa en las consultas.
Es común que los estudiantes en el entorno universitario se enfrenten a condiciones socioambientales que afectan su bienestar mental, sobre todo posterior a la pandemia por la COVID-19 que generó el confinamiento en casa y la ausencia de los centros universitarios y del acoso, el hostigamiento de las pandillas criminales que los mantenían con ansiedad, temor, miedo, frustraciones, mantenerse a la defensiva, y luego ir a encerrarse a sus casas por la inseguridad. Esas etapas se han superado, pero las consecuencias en la salud mental se están atendiendo desde la DNES, con el apoyo de las IES a escala nacional.
Cuando ingresan al sistema de educación superior los jóvenes sufren de muchos cambios a los que deben adaptarse y sobreponerse; encuentran factores de riesgo, pero también factores protectores. El apoyo y la formación de sus familias, el acompañamiento de los padres que se involucran genuinamente en su proceso de enseñanza-aprendizaje a diario es vital, ya que son los adultos significativos principales, así como la identidad que han establecido desde la primera infancia, los que preparan y equipan y les permiten un eje transversal para mantener una adecuada salud mental. La personalidad y las variables biosicosociales, culturales y espirituales juegan un rol clave para su éxito, o que enfrenten dificultades en una etapa desconocida como la vida y el entorno universitario.
Al afrontar situaciones complicadas y no encontrar cómo manejarlas adecuadamente, por la falta de un adulto significativo, adoptan roles defensivos. Las IES deben de proporcionar ambientes acogedores, implementar medidas estructurales, siendo programas que dependan de las rectorías, que se tome en cuenta los estados anímicos e intelectuales de los jóvenes y los adultos que han decidido continuar su formación superior, poner a disposición o mejorar sus áreas de atención a los estudiantes, sensibilizar y capacitar a los docentes sobre el adecuado trato de calidad a los alumnos, que se vele por su integridad y su salud mental, luchar por erradicar la relación más desigual en el mundo, docente y alumno, y ser parte de un adulto significativo relevante para los estudiantes. Las IES deben crear, mantener y mejorar los programas de deporte, arte, cultura, actividades sociales, de apoyo a la comunidad, departamentos de trabajo social y de atención de primeros auxilios psicológicos, por lo que deben abordar estos desafíos con mucha creatividad, pero utilizando las ciencias y creando políticas como protocolos para cuidar la salud mental de los estudiantes y activar la ruta de acción en casos que requieran asistencia especializada de los profesionales de la salud mental de sus instituciones o del Sistema Nacional de Salud que tiene a disposición el Ministerio de Salud (Minsal).
La DNES continuará y profundizará sus acciones, planes, estrategias para lograr el fin deseado, la salud mental de la comunidad de estudiantes universitarios, y me satisface conocer que están con la visión estratégica de apoyar a las administraciones de las IES en beneficio de los estudiantes y las altas administraciones de las IES muestran su apoyo, respaldo y disposición de cumplir con los estándares sugeridos. En este esfuerzo también debo destacar el apoyo de la Asociación de Universidades Privadas de El Salvador (Auprides) por medio de su junta directiva, dirección ejecutiva y los representantes de cada institución por su apoyo a los esfuerzos y proyectos a la DNES, y el gran trabajo en equipo especializado del Consejo de Educación Superior.