Es importante saber comprender cómo funciona la mente detrás de las acciones, y principalmente el impacto que esta genera al momento de decidir y comunicar nuestras ideas por medio de las palabras escritas, gesticuladas (lenguaje corporal) o habladas.
La neurociencia ha comprobado que el cerebro es estimulado a través de los principales medios de comunicación, generando un impacto muy importante en nuestra toma de decisiones, muchas veces influyendo en nuestras preferencias y predilecciones, pero en este artículo no vamos a discutir quiénes nos estimulan o quiénes nos hacen tomar decisiones, vamos a ver cómo nosotros podemos influir y sugestionarnos a nosotros mismos.
Debemos comprender que la neurociencia ha descubierto ciertas funciones importantes que se activan al momento de tomar decisiones. Se ha descubierto un concepto llamado valores sagrados, o como podríamos traducir nuestras creencias. Estos son principios muy arraigados que forman nuestra personalidad, y entre ellos podemos encontrar el amor a nuestra familia, nuestra fe religiosa, la lealtad por nuestro país, y esto suele conectarnos con grupos más grandes.
Por eso, al analizar nuestro cerebro podemos ver que una región involucrada en el autocontrol y la deliberación que se ubica en el dorsolateral del córtex prefrontal que está activa al tomar nuestras decisiones, se desconecta, mientras que la parte de las emociones y del juicio social sigue activa ubicada en la parte inferior frontal del pliegue del cerebro, también activando la región de la recuperación de reglas y nuestra terquedad.
Entonces, si sabemos cómo la mente funciona por medio de la neurociencia, podemos darle una buena utilidad a la parte del córtex prefrontal para comunicar palabras, pensamientos y juicios más amigables hacia nuestras decisiones, que pueden ir desde casarnos, terminar nuestra carrera profesional hasta emprender e incluso aportar mejores comportamientos a la sociedad.
La neurociencia nos deja evidencia de nuestras acciones, pero esos programas internos en nuestras mentes podrían hacernos crecer o colapsar de forma negativa.
Por eso hay personas que se sobreponen rápidamente a circunstancias muy complicadas o difíciles. ¿Qué hace que ellas puedan superar rápidamente estas circunstancias? Sus pensamientos hacia ellas mismas evitan enfocarse en factores externos que sean negativos, o podemos decir: echarles la culpa a otros o victimizarnos; más bien toman acciones y recalibran nuevamente sus metas y objetivos. Como dice una famosa frase del expresidente de Estados Unidos John F. Kennedy: «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país».
Esta frase perfectamente se puede aplicar a cada aspecto de nuestra vida personal. Podríamos pensar qué pueden hacer las personas por mí; más bien, qué puedo hacer yo por ellas, o también decir qué podría hacer mi trabajo por mí, más bien, qué puedo hacer por mi trabajo, empresa o institución; qué podría hacer mi familia por mí, más bien, qué puedo hacer yo por ella.
El hecho de poner proactividad evita que nos enfoquemos en la autolamentación; no significa que no habrá factores o circunstancias que nos afecten, y claro que lo harán, pues somos personas emocionales y tenemos sentimientos, pero podemos manipular nuestro cerebro con más alimentos positivos, por supuesto, hablando en sentido figurado.
Pon atención a tus pensamientos, oblígate a pensar diferente de cómo lo has hecho habitualmente y notarás que en tan solo un mes de pensar de forma diferente cambiarás totalmente tu vida y tu entorno.