Por años, los medios de comunicación y sus periodistas han jugado un rol protagónico en la defensa de la libertad de expresión o de la libertad de prensa; sin embargo, con los años, estos se volverían más una especie de caja de resonancia o de doble moral.
Confunden su papel de informadores de la población en general y se van por la ruta equivocada, convirtiéndose en simples opositores del que a ellos no les simpatiza, comprometiendo su credibilidad y su obligación de dar a conocer los hechos tal como son y no como a ellos les parezcan.
Sin embargo, el periodismo político es aquel que quedó en las aulas de la universidad, en la teoría que se les olvidó a muchos, aquellos que se creyeron con el poder de ocupar esta plataforma para aniquilar a sus opositores y cumplir con sueños y deseos de llegar al poder.
Otros simplemente son las marionetas de poderes fácticos, con financiamientos oscuros a ONG de fachada, que solo buscan cumplir propósitos de desestabilizar a los gobiernos para tomar control de los países en crisis.
En El Salvador, la plataforma periodística ha servido para llevar al poder a personajes que en los reportajes empeñaron su credibilidad para saltar a la vida política partidista, enquistándose en ella, aferrados a los lujos, los sobresueldos y los famosos maletines negros.
Al menos dos de ellos lograron la cúspide del poder. Desde sus espacios llenaron de esperanza a los salvadoreños —popularmente, «nos dieron paja»— y nos hicieron creer que «lo mejor está por venir» o que «hoy nace la esperanza». Sin embargo, uno está preso en el penal La Esperanza (Mariona) y el otro está prófugo en Nicaragua.
La política fue el trampolín para que a muchos la vida les cambiara desde el periodismo político. Hoy están en la mira de la justicia por haber tomado de fondos públicos una menta para cambiar realidades, opuesto a lo que se aprendió en las aulas del periodismo.
Con el pasar del tiempo y el cambio de las coyunturas, algunos medios políticos se volvieron activistas de la política, vendiendo sus principios a intereses oscuros. Por ejemplo, aquellos que eran críticos e investigadores hoy están a merced de sus financistas publicando fantasías.
Cada nota publicada es solo el resultado de un largo proceso en el que los periodistas juegan el rol fundamental de informar. Pero no fue así.
Durante la labor periodística, además de los criterios puramente profesionales, también pueden mediar las creencias, percepciones y actitudes de parte de los comunicadores.
Por ejemplo, la actitud de los periodistas de política con respecto al papel que consideran que tienen en la sociedad, y no volviéndose parte de la noticia.
Si bien se trata de un estudio que no puede verse separado del proceso que implica la producción periodística, sí es posible acercar la lupa a los comunicadores que actualmente están mediando entre el quehacer político y la sociedad.
Pero preguntemos ¿quiénes son los periodistas de política? ¿Cómo perciben la labor periodística? ¿Qué nivel de satisfacción muestran? Y, por otro lado, ¿qué actitudes manifiestan con respecto a la información y hacia la fuente?
Aquí en su mayoría plagan una sarta de mentiras infundidas, otros son simplemente provocadores para volverse noticia, descuidan su función como periodistas de política y pasan a ser periodistas políticos.
Cabe resaltar que hay periodistas buenos atrapados en malos medios de comunicación.
¿Debe el periodista comprometer su credibilidad?