Durante las semanas previas al 15 de septiembre, diversas publicaciones en las redes sociales llamaron a concentrarse en diferentes puntos de San Salvador con el objetivo de protestar en contra del Gobierno, usando un sinfín de argumentos.
Pese a que no compartimos los motivos, el Gobierno del presidente Nayib Bukele ha sido respetuoso del derecho de las organizaciones a disentir, parte esencial de una democracia. Cabe mencionar que muchas de esas agrupaciones son en realidad satélites del FMLN y ARENA, que tienen como voceros a personeros que también se articularon en la pasada campaña electoral.
Pero solo unos minutos después de iniciadas las marchas, salió la verdadera cara de la «protesta pacífica». Grupos de choque encapuchados y armados con objetos contundentes, dirigidos por exfuncionarios efemelenistas, salieron a hacer lo único que saben: destruir propiedad pública y privada y sembrar el caos.
Uno de los momentos más lamentables fue cuando un vándalo le dio fuego a una motocicleta particular en las cercanías del parque Cuscatlán. ¿A quién, señores promotores de las marchas, le importa de quién era la motocicleta? ¿Harán una colecta para que ese salvadoreño tenga de nuevo su medio de transporte?
No bastando con eso, el personal del Cuerpo de Bomberos que acudió para sofocar el fuego fue agredido por sujetos que solo pueden ser calificados como energúmenos. Los cuerpos de socorro y las instituciones de servicio están para asistir a la población y son ajenos al carácter de ese tipo de actividades. Nuestros héroes merecen respeto.
Los promotores de esta marcha y sus agresores, con una agenda claramente marcada para dañar al Gobierno, no se ponen a pensar que esos mismos bomberos agredidos son quienes mañana podrían estar salvándolos a ellos o a sus familias en un incendio, en una inundación o en un accidente de tránsito.
Ahora pregunto ¿toda la «intelectualidad» y los personajes que se dan «baños de moral», que se unieron al coro unísono de «el 15 marchamos», se desmarcan de esos grupos violentos enquistados en lugares como la Universidad de El Salvador? ¿No les da vergüenza ser parte de la misma protesta de grupos que solo tienen cabeza para abrazar campañas de vandalismo, odio e insultos gestados desde las redes sociales? ¿O ahí sí vale porque son grupos afines a sus intereses?
El presidente Bukele ha sido claro, en un sinfín de ocasiones, que el uso del bitcóin y la billetera digital Chivo es opcional, pero quedarán para la posteridad las imágenes de los grupos de choque vandalizando la infraestructura de cajeros bitcóin al fiel estilo de aquellas protestas llenas de resentimiento y odio del pasado, que solo tenían como fin crear un ambiente de anarquía.
El mensaje para los partidos que durante más de 30 años gobernaron fue contundente el 3 de febrero de 2019 y el 28 de febrero de 2021. Por lo visto ayer, está claro que no lo entendieron y se han quedado anclados en una retórica negacionista y sin propuestas.
Como funcionarios del Gobierno del presidente Bukele seguiremos trabajando para subsanar las deudas históricas en todos los campos. En hacer de El Salvador un país cada día más seguro, con mejor educación, mejores hospitales y unidades de salud, menos vulnerable, con proyectos de infraestructura de gran envergadura, atrayendo inversiones y sentando las bases para un país que dejará atrás el subdesarrollo.
Mientras tanto, las marchas y sus promotores quedaron desnudos ante la población acerca de sus verdaderas intenciones: aprovechar una fecha histórica para El Salvador y Centroamérica para demostrar que no tienen propuestas, y que recurrir a manuales arcaicos es su única alternativa. Lo novedoso es que ahora los enemigos de antaño ya no se ocultan detrás de las máscaras de derecha o izquierda, sino que quedó evidenciado que son completamente lo mismo.