Finalizado el evento en El Salvador, cuya organización y ejecución fue de clase mundial y —según los dirigentes y surfistas internacionales— fue la mejor sede de todos los tiempos, es oportuno destacar y honrar el trabajo del dispositivo de seguridad que se implementó previo, durante y posterior al evento, el cual en mi opinión fue planificado como un sistema, articulando los esfuerzos con todos los actores claves como los organizadores, organizaciones deportivas, ciudadanos y sobre todo con las entidades del Gobierno.
El dispositivo de seguridad fue planificado, organizado, ejecutado y liderado por la Policía Nacional Civil (PNC), la dirección general le dio la prioridad que el evento requería con la debida anticipación y mando estratégico; nombrando los enlaces policiales con experiencia en turismo y relaciones internacionales; supervisando e inspeccionando el plan participaron unidades élites y especializadas, como Politur con las unidades de rescate acuático con sus jet ski, la Fuerza Storm —conocida como Policía Costera—, Grupo Aéreo Policial, Tránsito Terrestre, Protección a Personalidades Importantes, Seguridad Fronteriza, División de Armas y Explosivos, División Antinarcóticos, Policía Rural, entre otras.
Se contó nuevamente con el invaluable apoyo de la Fuerza Armada de El Salvador que, por medio del ministro de la Defensa Nacional, dirigió las unidades militares especializadas de las tres ramas de la Fuerza Armada: Fuerza Naval, Fuerza Aérea y el Ejército, apoyando decididamente el plan y las tareas de seguridad pública. Se diseñaron e implementaron cinco anillos de seguridad; el primero, por las unidades marítimas de superficie; el segundo anillo, por infantes de Marina de la Fuerza Naval que se podían observar; el tercer anillo era la regulación del tráfico vehicular en la carretera del Litoral; el cuarto anillo, en los caminos denominados de tercer orden de las poblaciones de la cordillera del Bálsamo, como Tamanique, Chiltiupán, Teotepeque y Jicalapa; y el quinto anillo, bajo la responsabilidad del área rural de las proximidades en las que se desarrolló el evento para garantizar la seguridad de la población y de los turistas.
Me llamó la atención y destaco el denominado «puesto de mando integrado» que su nombre no solo fue de alto impacto, sino que se cumplió con la planificación y los objetivos, ya que todos los enlaces de las instituciones tenían su representante en dicho comando de operaciones, en lo que pudo denominar la «zona cero», coordinado por la PNC a efecto de cumplir con el plan de seguridad general.
Es importante destacar el apoyo del ministro de Justicia y Seguridad, quien apoyó en el mando político estratégico para que la PNC contara con los recursos y el apoyo al más alto nivel. Sin olvidar que mientras se desarrollaba el evento en Surf City, el ministerio continuaba con las operaciones a escala nacional de forma exitosa.
Es importante la coordinación efectiva interinstitucional en el eje transversal de la seguridad del evento para apoyar el esfuerzo del Ministerio de Turismo, Corsatur, ISTU e Indes para cerrar el evento con cero incidentes de seguridad, en la playa, en montaña, en carreteras, en las ciudades próximas al evento; es destacable, porque fue una labor invisible de la PNC y de FAES la seguridad de las delegaciones internacionales desde su llegada al país, lo cual fue ampliamente valorado por las autoridades, los deportistas y los turistas.
Este evento no solo deja en evidencia que nuestro país tiene la capacidad y la calidad para desarrollar eventos de escala mundial, sino que por medio del trabajo y la planificación estratégica de la seguridad pública y específica del plan se abren grandes oportunidades para la inversión extranjera y nacional, que generarán empleo de calidad y por lo tanto oportunidades que nos permitan el desarrollo humano. Ahora podrá comprender la importancia del proyecto Surf City como ancla de inversión y como estrategia no solo para la franja marino-costera, sino para nuestro país.