Nuevas Ideas es un fenómeno político que surgió en torno del presidente Nayib Bukele y que, con el paso de los meses, mantiene su fuerza y empuje muy por delante de los viejos partidos políticos. Lo reconoce incluso la oposición, tal cual publicó ayer la última encuesta de «La Prensa Gráfica», en la que las simpatías partidarias por Nuevas Ideas son casi siete veces la suma combinada de las de ARENA y del FMLN.
En tiempos no electorales, el interés de los ciudadanos por los partidos políticos baja debido a la ausencia de campaña proselitista, de modo que es muy significativo que Nuevas Ideas acapare más del 78 % de aquellos que sí manifiestan interés en los partidos. A esto se suma que en la misma encuesta también se revela que el presidente Bukele tiene más del 85 % de apoyo, un número que sin duda es mayor, pero que es atenuado por el manejo político del sondeo.
ARENA tiene un lejano segundo lugar, separado por más de 34 puntos de Nuevas Ideas. GANA desplaza al FMLN a un cuarto lugar, al borde del abismo de la desaparición.
Tales resultados no sorprenden en lo absoluto. Son un reflejo de la decadencia y desintegración de los viejos partidos políticos. De manera muy seguida se conoce que funcionarios electos bajo la bandera de ARENA —diputados, alcaldes, concejales y exdiputados y exalcaldes— renuncian a su militancia, defraudados por las malas decisiones del partido tricolor.
La pírrica bancada parlamentaria del FMLN se la pasa votando dividida, dos por un lado y dos por el otro, además de los pleitos públicos entre los cabecillas de esa organización, que se disputan el cascarón del que un día fue el partido de gobierno y la promesa truncada de cambios.
Por si eso fuera poco, casi a diario tenemos noticias de exfuncionarios de ambos partidos condenados por corrupción o por sus vínculos con las pandillas. En ARENA, por ejemplo, la Asamblea despojó de su fuero legislativo por ser miembro del Parlacen a Norman Quijano, por haber negociado votos con pandilleros. El jueves, el exalcalde efemelenista de San Ildefonso fue condenado a seis años de cárcel por asociarse con mareros para cometer delitos.
En cuanto a la corrupción, Nicola Angelucci, exfuncionario arenero, fue condenado a 13 años y cuatro meses de cárcel por corrupción. Y todavía tiene pendiente un proceso por no haber pagado un crédito de $10 millones, por el que incluso obligó al Estado a un arbitraje que, gracias a sus conectes con el gobierno de turno, logró ganar. El FMLN tiene un enorme listado de exfuncionarios condenados, procesados, en prisión o prófugos por actos de corrupción.
Y después de conocer esto, ¿cómo no entender que ARENA y el FMLN estén condenados a la irrelevancia? Solo aquellos cegados por la pérdida de privilegios pueden creer lo contrario.