La crisis económica que golpea a Argentina desde hace años ha puesto en picada la condición de vida de sus habitantes. En un país con más del 40 % de pobreza, son cada vez más los que no logran tener un plato de comida en sus mesas y empiezan a recurrir a un viejo mecanismo para lograrlo: el trueque.
«Intercambio harinas o a veces galletitas y mi hija en la tarde tiene para merendar», contó, con cierta voz de angustia, Micaela Gutiérrez en una plaza de la localidad de 3 de Febrero en la provincia de Buenos Aires. «¿Por qué empezó a venir?», le preguntó la Voz de América, para recibir una respuesta corta y concreta: «Para que mis hijos puedan comer».
Argentina está sumergida en una profunda crisis económica, con una inflación anual superior al 150 %, un poder adquisitivo cada vez más bajo y una pobreza que crece a pasos agigantados, según expertos. «El país está inmerso en un elevado déficit fiscal, una significativa brecha cambiaria y una tasa de inflación muy alta», explicó el economista Juan Francisco Campodónico.
La mayoría de los grupos de trueque se encuentran en Buenos Aires. La dinámica es la siguiente: las personas publican en redes sociales las prendas a disposición junto con lo que piden a cambio. Luego, coordinan un horario y realizan el intercambio de productos en los puntos previamente establecidos para evitar la inseguridad.
«Yo tengo, por ejemplo, un vestido que ya no uso más o una prenda de mi hijo y necesito harina, fideos, puré de tomate o galletitas económicas, o a veces aceite, que es lo que más cuesta, y eso se intercambia», explicó Micaela Gutiérrez.
Javier Milei, el nuevo presidente argentino, buscó dejarlo en claro en distintas oportunidades. Desde el momento de ganar la elección repite una y otra vez que en el país «no hay plata». Tal es así que en uno de sus primeros discursos como presidente electo lanzó: «Al que venga a gastar, le corto la mano».