El presidente Nayib Bukele sancionó la reforma administrativa que moderniza el territorio nacional al pasar de 262 a 44 municipios, pero mantiene la distribución de 14 departamentos. Con esto disminuirá sensiblemente el costo administrativo de los gobiernos locales y habrá un uso más eficiente de los recursos públicos al tener ahora 44 alcaldes en lugar de 262.
Los anteriores municipios se convierten en distritos que, a partir del próximo año, luego de las elecciones, formarán parte de entidades territoriales más grandes y que, por la economía de escala, tendrán mejores recursos para enfrentar los servicios que la ciudadanía demanda y paga con sus impuestos.
La atomización de los gobiernos locales, un fenómeno que surgió a lo largo de la historia de El Salvador como república, pero que fue perniciosamente aprovechado por la vieja clase política, impidió que el desarrollo pudiera despegar, pues los recursos se quedaban para pagar burocracia. De manera maliciosa se hizo creer que la «descentralización» era la solución de históricos problemas en los municipios. Sin embargo, millones de dólares y varios años después han demostrado que ese enfoque estaba errado.
Los problemas no solo no fueron resueltos, sino que se profundizaron cuando ARENA, el FMLN y sus aliados convirtieron las municipalidades en sus cotos de caza, en territorios donde sus activistas conseguían salarios o contratos amañados, en detrimento de los ciudadanos, que no recibían servicios de calidad, o de que las escasas obras que se realizaban fueran hechas con altos precios al comprar en lo que se conoce popularmente como «al menudeo» y no con economías a escala, que permiten ahorrar.
Con la nueva distribución político-administrativa se elimina la desproporción que tenían los gobiernos locales entre la baja recaudación de impuestos y la gran cantidad de fondos que se destinaba para el pago de salarios, consultorías y dietas no solo del alcalde y de sus concejales, sino también del ejército de leales a los partidos políticos. Muchas de las entidades municipales que han sido convertidas en distritos no tienen la población suficiente para generar impuestos suficientes para pagar grandes planillas, cuyos desembolsos obviamente eran priorizados por los políticos de turno por sobre las necesidades de la población.
La dependencia del Fodes, la transferencia de dinero del Gobierno, era una prueba de que no existían las condiciones para mantener 262 municipios, sino muchos menos. El Fodes, de hecho, fue objeto del saqueo consistente perpetrado por ARENA, el FMLN y sus aliados, pues recursos que fueron enviados a las municipalidades sencillamente fueron desviados hacia las cuentas de funcionarios corruptos.
Pero todo esto, igual que los viejos partidos políticos, es historia. El Salvador, de la mano del presidente Bukele, se transforma y se moderniza para beneficio del pueblo.