Estimados lectores, que gusto encontrarnos nuevamente en este espacio. Hoy, quiero compartirles algunas escenas e imágenes que tengo muy presentes en mi memoria, las he visto, he sido testigo de ellas. He observado al personal médico entregando todo en medio de esta pandemia; he visto a pacientes aferrarse a sus ganas de vivir y a su fe, los he visto encomendarse a Dios y confiar en la labor de los médicos y las enfermeras. Y de estos últimos, he visto y sé muy bien que han puesto el empeño en recuperar la salud de esos pacientes como si se tratara de su propia familia.
Los pasillos de los hospitales han sido testigos fieles de las súplicas más sinceras y llenas de esperanza que se han elevado al cielo; de ese instinto que como seres humanos tenemos de aferrarnos con fuerza a aquello que queremos y más cuando sentimos que algo se nos escapa: la vida.
Tantas historias detrás de esas paredes. Hemos ganado batallas y recuperado a pacientes que han superado la COVID-19 y, lamentablemente, también hemos perdido valiosas vidas. Hemos perdido batallas, pero no esta guerra en contra de este virus que nos ha puesto de rodillas, no solo como médicos, sino como humanos; no solo a los salvadoreños, sino que al mundo entero.
En medio de esta situación que hemos venido atravesando, cada vez más, podemos ver una luz al final del túnel. El reciente anuncio que hizo el presidente Nayib Bukele, de que nuestro país ya tiene un acuerdo para obtener –en principio– 2 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus nos llena de esperanza y, más allá de eso, viene a reforzar todas las estrategias que como gobierno hemos implementado para el manejo de la pandemia.
Nos preparamos antes de la llegada del virus y tomamos acción en dos aspectos importantes: retrasar la llegada y limitar la transmisión de persona a persona, por medio de los confinamientos que con mucho esfuerzo de la población salvadoreña pudimos llevarlos a cabo.
Ustedes, salvadoreños, deben tener la tranquilidad de que todos los laboratorios con los cuales iniciamos conversaciones, desde junio-julio, son pioneros en los avances de los ensayos clínicos de las vacunas; que cuando hayan culminado ese proceso y se tengan las respectivas autorizaciones por los organismos correspondientes, como la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) o la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, siglas en inglés), se procederá a la comercialización.
Es importante no perder de vista que existen cinco etapas en las cuales se hacen los ensayos: la fase preclínica (análisis en cultivo de tejido, en animales como monos o ratones); luego pasa a una fase 1, en la cual se hacen estudios en humanos (generalmente son menos de 100 personas, para observar los efectos que puede tener); le sigue la fase 2 (generalmente son entre 200 y 500 personas), posterior a eso hay una fase 3 (que son de 100 a miles de personas, con estudios multicéntricos); al tener el aval por los organismos mencionados anteriormente, existe una fase 4 que es el seguimiento de la vacunación.
Como Ministerio de Salud, tenemos trazada la estrategia para la vacunación. Hemos evidenciado que el grupo más grande de personas (masculinas y femeninas) ronda los 10 y 35 años. Sin embargo, al vacunar al personal de primera línea, a los mayores de 50 años y a personas con comorbilidad reduciremos el 99.99 % de las muertes a causa de esta enfermedad. Es por ello que en nuestro diseño de vacunación, hemos contemplado a esos grupos, en orden de prioridad; posteriormente, serían las personas de 18 años hacia arriba, que no presentan padecimientos.
Desde el gobierno estamos haciendo lo humanamente posible para salvaguardar la vida de los salvadoreños, y aprovecho para reiterarles que nuestro país tendrá la vacuna cuando se hayan completado todas las fases que les he mencionado y se tengan los permisos correspondientes. Lamento mucho que existan sectores o grupos que pareciera que en lugar de alegrarse por el hecho de que nuestro país va a tener acceso a la vacuna, se dedican a desinformar emitiendo aseveraciones bastante desatinadas, como que El Salvador será «conejillo de indias», cuando esto definitivamente no será así.
Llama la atención que el mismo grupo –del que hablamos en mi artículo anterior–, es el que ahora sale con especulaciones, sin fundamento lógico, ni mucho menos médico. El hecho de que El Salvador va a contar con la vacuna contra la COVID-19 es algo que debería alegrarnos a todos, sin excepción.
No quisiera pensar que hay ciertos grupos que el anuncio de que El Salvador va a contar con la vacuna les desagrade o, peor aún, que lo que moleste es que esta será: (sobre todo) gratuita, universal y voluntaria.
Que Dios siga bendiciendo a nuestro país.