Recientemente en un programa de la cadena CNN, uno de sus invitados, Daniel Zovatto, director por más de 25 años de una ONG, aseguró que el caso del presidente Nayib Bukele es «el caso que más amenaza la democracia en Latinoamérica». En el transcurso de su intervención no dio más que datos vagos sobre lo que considera una «amenaza» para todo el continente.
Si bien se refiere a la reelección, lo cierto es que un fallo de la Sala de lo Constitucional reconoció el derecho de presentarse como candidato y dejó en manos del soberano, del pueblo salvadoreño, la decisión de elegirlo o no. No se trata, por tanto, de una toma violenta del poder o de una perpetuación que anula los comicios. Al contrario, será la participación ciudadana la que definirá su segundo mandato o no.
Al dueño de esa ONG se le olvidó mencionar que ha sido durante la gestión del presidente Bukele que El Salvador realmente conquistó la paz. No la consiguió en enero de 1992 con la entrada en vigor de los acuerdos entre ARENA y el FMLN —que solo garantizaron el reparto del Estado entre los dos negociadores, además del acceso a fondos internacionales que enriquecieron sus fortunas personales—, sino cuando, mediante el Plan Control Territorial en combinación con el régimen de excepción, pudo golpear fuertemente a las pandillas para desarticular sus operaciones en todo el país.
Nunca la democracia salvadoreña estuvo tan en peligro como cuando ARENA y el FMLN pactaron con las maras, a las que les cedieron territorios y soberanía y les permitieron imponer su reinado de terror a todo lo largo y ancho del país.
Fue con las pandillas que los salvadoreños perdieron sus derechos desde los más elementales —como la vida misma, la propiedad o a transitar libremente— hasta la posibilidad de educarse, porque hacerlo equivalía a una sentencia de muerte al cruzar hacia centros escolares en territorios dominados por la mara rival.
Ahora que vienen las elecciones ya no hay necesidad de que los centros de votación estén distribuidos de maneras que parecían al azar, pero, en realidad, respondían a la lógica de «respetar» el control de las pandillas en barrios y colonias.
Ahora, en cambio, los salvadoreños elegirán más libres que nunca. Y lo que es una amenaza para gente como esa ONG que añora el pasado corrupto y delictivo de ARENA y del FMLN es que el pueblo votará, mayoritaria y decididamente, por Nayib Bukele.