El poder fáctico y sus medios de «prensa» aliados celebraban aquella noche del miércoles 25 de julio de 2018, cuando pensaron que habían logrado que el «cipote en política» Nayib Bukele no pudiera inscribir su candidatura. Y es que hicieron de todo, compraron a todo el que pudieron para evitarlo.
La noche de bolencia fue larga para ellos. Amanecieron con un cafecito en mano para quitarse la goma, mientras escucharon la noticia de última hora: Nayib Bukele ya era candidato presidencial de GANA. Las llamadas a quienes usaron para su perversidad, a quienes habían pagado miles de dólares, no cesaron para corroborar la bomba noticiosa que acababan de escuchar. La alegría se transformó en algarabía.
Y tal como presentían, el voto del pueblo hizo que Nayib arrastrara a los flamantes candidatos de ARENA y del FMLN en 2019. Desde entonces, la guerra contra Nayib ha sido bestial, sin miramientos, sin guardarse nada.
Su forma de pensar, su forma de gobernar, sus acciones en favor del pueblo hicieron que el mundo mirara a El Salvador de forma distinta. Ya no miraban aquel país donde era mejor no ir, ni estar de paso, donde la muerte acechaba a nacionales y extranjeros. Ahora observaban el resurgir de una nación sedienta de verdadera paz y tranquilidad, de la mano de un líder auténtico del pueblo.
Pero esto también desencadenó la rabia de los que perdieron el poder concentrado en el bipartidismo tricolor y rojo. Entonces, los millones de dólares se enfocaron en torpedear toda decisión y acción de Nayib.
La prensa servil al poder económico, las ONG activistas con fachadas de «defensoras de todo», políticos de odre viejo rastreros y neófitos oportunistas, seudoanalistas, todos se lanzaron como fieras contra el presidente con el fin de desgastar su Gobierno y, así, tener una nueva oportunidad en 2024 de recuperar el poder que el pueblo les quitó. Todos aprovecharon el dinero del dolor fáctico.
Los salvadoreños recuerdan muy bien cómo, con sus partidos políticos lacayos, obstaculizaron cada fase del Plan Control Territorial; se opusieron a todas las acciones anticipadas a la llegada de la pandemia de la COVID-19, a la construcción del Hospital El Salvador, a la compra de vacunas, a la entrega de paquetes alimentarios y del bono de $300 a cada familia, al régimen de excepción y sus extensiones.
Pregunto, ¿de qué no se acusó a Nayib Bukele? Les recuerdo algunas de ellas: violador de libertades, violador de derechos constitucionales, de derechos humanos, violador de libertad de expresión, de que tenía encarcelado al país, de encarcelar «inocentes», en fin, de muchas cosas más.
La prensa nacional e internacional, día a día, semana tras semana, lanzó notas y «reportajes» con esos énfasis en contra de Nayib. Intentó de todas las formas posibles influir en los Gobiernos del mundo para que «satanizaran» su segundo mandato. Buscaron una condena mundial con ONG internacionales afines a sus intereses. Bueno, al menos los bolsillos de los propietarios de esos «medios de prensa», «seudoanalistas» y los dueños de las ONG activistas están llenos de dólares del dolor. ¡Qué forma de botar el dinero!
Pero, por si no han entendido aún, después del 4 de febrero pasado, lo único que puedo decirles es que el pueblo le dio la reelección a Nayib Bukele con una aplastante e histórica cantidad de votos. Ni sus reportajes falaces ni sus inventos ni sus acusaciones, nada causó una raya a la imagen del líder del pueblo. Ni en el país ni en la diáspora.
Ya ni el reconocimiento mundial de la aplastante victoria de Nayib les cambia el discurso. El mundo legitimó la reelección. La nación más poderosa del mundo, Estados Unidos, inmediatamente reconoció el gane democrático de Nayib Bukele: Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos; Brian A. Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de EE. UU.; la embajada de EE. UU. en El Salvador; los senadores Marco Rubio y Ted Cruz, entre otros. También se sumaron la Unión Europea, la OEA, la ONU, funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo, del Banco Mundial, de la Cepal, del BCIE.
Es más, la cantidad de países tanto capitalistas como socialistas del mundo han avalado, han felicitado y han legitimado la reelección de Nayib Bukele.
DATOS QUE ARDEN
Con mucho gusto, les dejo para sus anotaciones:
• Más de 2,701,000 votos convierten a Nayib en el candidato presidencial más votado en la historia de nuestro país. ¡Y lo logra en un segundo mandato!
• Solo Nayib superó a Nayib. ¡Ah!, pero dirán: «Es que el padrón creció y el voto en el exterior también». Veamos: Sí, en cada elección el padrón ha venido creciendo. En todas.
• Gracias a que el presidente Bukele ordenó que se permitiera el voto de los hermanos en el exterior, lo que areneros y rojos negaron, creció la votación. Ahora bien, si el padrón creció tanto nacional como en la diáspora, ¿por qué solo Nayib creció abrumadoramente en dichas votaciones, mientras ARENA y el FMLN cayeron estrepitosamente?, ¿acaso no es la misma oportunidad de ser reconocidos por el pueblo?
• Observemos los datos del Tribunal Supremo Electoral: ARENA obtuvo el pasado domingo 177,881, muy lejos de los 857,084 votos válidos que logró en 2019. El gran y mal perdedor.
• El FMLN obtuvo 204,167 votos válidos, muchos menos que los 389,289 que recibió en 2019. ¿De qué hablan entonces?
• Incluso, si restamos el voto en el exterior, Nayib obtuvo más de 1,200,000 votos que los obtenidos por partido político en todas las elecciones anteriores.
• Ni sumando todos los votos de ARENA, FMLN, PCN, PDC, Nuestro Tiempo, VAMOS, GANA y Fuerza Solidaria hubieran podido ganarle a Nayib. Apenas suman entre todos 489,890 votos. Es decir, que ni lo que tanto pedía Eugenio Chicas, con lágrimas en la garganta, de presentar una sola candidatura, hubiera resultado.
• Otro dato importantísimo: hubo menos abstencionismo en 2024 que en 2019. Este año fue de 47.4 %, muy por debajo al de 2019, cuando fue superior al 50 %. Por cierto, algo que retuerce al activista de «Acción Ciudadana» que la semana pasada dio datos falsos en una entrevista televisiva. Dinero en bolsillo roto.
• Entonces la pregunta válida es ¿para dónde se fueron los votos de ARENA y del FMLN si ellos cayeron estrepitosamente, el abstencionismo disminuyó y Nayib obtuvo una votación histórica? Quiébrense la cabeza.
Ahora, lo único que le queda a la oposición y a sus escribientes es restarle valor a la aplastante victoria del máximo líder Nayib Bukele.
Resultado ¡apoteósico!