Cuando se habla del desarrollo integral de un país surgen las siguientes interrogantes: ¿cuáles son los retos actuales de la educación superior? ¿Qué debemos hacer para superar esos retos? ¿Cuál es el perfil del nuevo ciudadano que se quiere formar?
En relación con estos cuestionamientos, en El Salvador, de acuerdo con Castro Portillo y García Cerón (2018), los fenómenos que en los últimos años están afectando directamente a la educación son las tecnologías de la información y la comunicación; la globalización, no solo como un fenómeno de tipo económico, sino como un fenómeno cultural, y los cambios paradigmáticos de la educación superior.
En virtud de lo anterior, los programas de educación superior deben diseñarse y facilitarse con el propósito de formar a ciudadanos con competencias profesionales para encontrar soluciones creativas a problemas de la sociedad e impulsar el desarrollo.
Esto debería basarse en modelos pedagógicos interdisciplinarios, aplicables a situaciones reales, conjugando el uso de tecnologías de la información y comunicación (TIC), las redes y la vinculación con el entorno.
El postulado anterior constituye un reto para el país, especialmente porque la inseguridad e inequidad social, baja capacidad de empleabilidad formal y el limitado crecimiento económico son problemas estructurales que requieren un abordaje integral. Como condición adversa, la absorción continua de egresados de educación media por el nivel terciario solo se aproxima al 50 %. Si el país quiere cambiar, es imperativo operar modificaciones en todos los niveles de educación, incluyendo el superior.
Al respecto, debería tomarse como ejemplo a Singapur, país asiático que tiene muchas similitudes con El Salvador: una población de 5 millones de habitantes, territorio pequeño y sin recursos naturales que generen riquezas y que, hasta los años sesenta, su población era pobre y poco calificada, pero que logró en unas cuantas décadas posicionarse como una de las grandes potencias en educación según el ranking mundial.
Parte del éxito logrado por Singapur es haber pensado en y operado con el binomio educación/resultados económicos, basado en el funcionamiento de los siguientes apartados: a) la formación de profesionales que saben qué es lo quiere y necesita el país, mismo que les retribuye otorgándoles empleo al finalizar sus estudios, b) la estimulación de los docentes, seleccionados del 5 % que obtuvo los mejores resultados de los graduados universitarios, por medio de apoyarles en su formación de especialidad y de crear grupos de apoyo académico e investigativo, c) el fortalecimiento del rol de la familia, como uno de los mayores apoyos a los estudiantes, fomentando la cohesión social, y d) la internacionalización de sus instituciones de educación superior, además de invertir en centros de investigación adscritos a sus universidades.
El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Mined), al lanzar la política nacional de educación superior, apuesta por la adopción progresiva del modelo pedagógico que agrupa cinco áreas disciplinares: ciencias, ingeniería, matemática, arte y tecnología (CIMAT o STEAM, en inglés), enfocado en la resolución de problemas de forma interdisciplinar y colaborativa. Aplicar el modelo a nivel superior afianza la vocación científica y tecnológica de los estudiantes y promueve el desarrollo de talentos.
El ente rector ha asumido esta realidad y tomado acciones de fortalecimiento del sistema educativo, impulsando modalidades que conjugan la presencialidad, la virtualidad y el uso de las TIC, lo cual permitirá adoptar el término «inteligente» en la sistematización de procesos industriales.
Como Universidad Dr. Andrés Bello hemos asumido el reto de dotar a nuestros estudiantes de pensamiento crítico, competencias blandas y herramientas que aumenten sus posibilidades de empleabilidad o de emprendimiento; tenemos como reto facilitarles también tecnología y un proceso permanente de innovación, laboratorios especializados y de vanguardia en seguridad informática y redes, para el diseño y experimentación, fortalecer áreas como drónica, domótica, robótica, big data, entre otras, que servirían para impulsar la formación creativa de los estudiantes, la actualización de docentes en áreas de especialidad y soporte tecnológico para proyectos de investigación que contribuyan a un desarrollo integral de nuestra sociedad, a través de educación de calidad.