Los costarricenses eligen a su próximo presidente este domingo, en segunda vuelta electoral, y en medio de la incertidumbre: ninguno de los candidatos tiene un respaldo contundente. Los ciudadanos optarán entre el economista Rodrigo Chaves, que ofrece un «cambio» en la élite política, y el expresidente José Maria Figueres, un centrista que apela a su experiencia para gobernar el país.
Gane quien gane en las elecciones llegará al Ejecutivo sin un alto respaldo ciudadano. Habrá que esperar cómo se tornará su favorabilidad en medio del mandato.
Los ciudadanos eligen en segunda vuelta entre el economista Rodrigo Chaves, del movimiento Progreso Social Democrático, y el expresidente del país José María Figueres, del Partido de Liberación Nacional (PLN), tras la primera ronda electoral del pasado 6 de febrero.
Según la más reciente encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, el 73 % de los entrevistados no se identifica con ninguno de los dos candidatos.
Los costarricenses se muestran inconformes con las opciones y señalan escasas propuestas sobre los principales desafíos que afronta el país como la reactivación económica tras la pandemia de la COVID-19 y el intento por acabar la desigualdad social, por lo que la incertidumbre se abre paso de cara al balotaje.
«Tenemos una población a la que la oferta política no le gusta o no se siente representada y más bien tiene opiniones negativas. La campaña además ha caído en descrédito, no se trata de quién ofrece mejores soluciones para el país, sino de quién es menos malo», explicó el analista político Gustavo Araya.
Rodrigo Chaves es un exfuncionario del Banco Mundial que ha tomado protagonismo en la escena política pese a su escasa experiencia en ese ámbito y a presentarse con un partido casi desconocido.
En 2020 regresó a su país después de tres décadas en el extranjero para convertirse en el ministro de Hacienda del presidente saliente Carlos Alvarado. El candidato de 60 años habla de sacudir las filas de la élite política que ha gobernado Costa Rica durante las últimas cuatro décadas, aunque no ha planteado planes para implementar cambios radicales.
Pero, el aspirante presidencial también ha recibido fuertes críticas por comportamientos con los que ha sacudido la contienda en uno de los países políticamente más estables de América Latina. Tras quedar en segundo lugar en la primera vuelta, ha adoptado un enfoque de confrontación con los medios de comunicación. Sus críticos destacan que una victoria de Rodrigo Chaves podría marcar el fin de décadas de relativa moderación en la política costarricense, justo cuando el país ha pedido apoyo al Fondo Monetario Internacional.
Ante las críticas de que ha mostrado tendencias autoritarias y utilizado financiamiento electoral irregular, Chaves respondió que es perseguido por grupos poderosos. «Dicen que soy muy arrogante y muy dictatorial, pero creo que lo digo como es y a la gente no le gusta», enfatizó.
José María Figueres, de 67 años, es un ingeniero industrial formado en la Academia Militar de West Point, Estados Unidos, que fue presidente del país entre 1994 y 1998.
Para aspirar a un posible nuevo periodo en el Ejecutivo, se presenta como modelo de experiencia y heredero modernizador del legado de su padre, José Figueres, pilar de la política costarricense en la segunda mitad del siglo XX.
Este candidato, considerado centrista, ha hecho campaña con el lema «Volvamos a tener un presidente».
Figueres prometió utilizar sus contactos internacionales para impulsar el crecimiento económico posterior a la pandemia e impulsar las denominadas industrias verdes en Costa Rica, un país conocido por sus políticas a favor del medio ambiente.
El exmandatario fue director ejecutivo del Foro Económico Mundial hasta 2004, cuando renunció en medio de acusaciones en su nación de que había influido en contratos estatales con la empresa de telecomunicaciones Alcatel, un caso que nunca llegó a los tribunales.