La situación actual a la que ha sometido la circulación de la COVID-19 y sus variantes a todo el mundo, así como la falta de conciencia social para aplicar las medidas de bioseguridad plantean desafíos muy grandes para cada Gobierno en cada nación.
La crisis de la pandemia que azota a la humanidad requiere de gobiernos responsables que tomen todas las acciones para salvaguardar la salud y la vida de la población, pero también requiere urgentemente de la actividad consciente de cada individuo para enfrentar las múltiples incidencias que provoca en los seres humanos este fenómeno sanitario.
Desde antes de que el virus entrara en nuestro territorio, el presidente Nayib Bukele ordenó tomar todas las medidas necesarias, primero, para retardar su lle[1]gada y, segundo, para disminuir su impacto. Algunas acciones fueron no gratas, pero ahora la población las aplaude.
Los esfuerzos gubernamentales son visibles no solo en el país, sino también a escala internacional y, por nuestra parte, se ha hecho todo lo humanamente posible para derrotar el virus.
Hemos entregado kits de medicamentos e implementos de bioseguridad en toda la red hospitalaria, así como en las puertas de las casas, hemos acercado las cabinas móviles para la toma de pruebas gratuitas de forma permanente, seguimos obteniendo millones de vacunas contra el virus, de diferentes laboratorios, suficientes para inmunizar a más de 9 millones de salvadoreños y estamos aplicando hasta una tercera dosis, mientras en otras naciones la vacuna ni siquiera ha llegado.
Somos líderes en la región en la cantidad de dosis aplicadas. Estamos llevando la vacunación a los pueblos, a las comunidades, ampliada con jornadas dominicales para los que tienen dificultades de trasladarse para colcarse las dosis.
A esto sumemos la reconstrucción de la red hospitalaria, que la dejaron en condi[1]ciones deplorables. Construimos el hospital más grande de la región para atención de pacientes infectados por la COVID-19, con 1,000 camas para la uci.
Realidades en tiempos de pandemia. Sin embargo, a pesar de todos nuestros incuestionables esfuerzos, recono[1]cidos mundialmente, muchas personas presentan actitudes irresponsables, que desencadenan en consecuencias letales.
Persiste una inconciencia social, incluso hasta en los medios de comunicación que prefieren retratar fallecidos o cuestionar la aplicación de la vacuna a ciertos grupos etarios que hacer una labor social para unirse contra el virus y llamar a la responsabilidad.
Es importante entender que cuando se habla de cuidarse y cuidar a los demás lo que significa verdaderamente es cuidar a nuestros hijos, a los padres, al que se tie[1]ne al lado, pero pareciera que no importa ni el círculo familiar.
En muchas personas se reflejan posiciones y conductas humanas para nada comprometidas con el momento histórico que vive el mundo. Se perciben grupos que asumen conductas y comportamientos irresponsables en relación con las acciones que desarrolla el Estado y la sociedad para enfrentar la situación epidemiológica.
¿Por qué existen grupos humanos que no actúan conscientemente al llamado del Gobierno para aplicar las medidas de bioseguridad?, ¿por qué insisten grupos humanos en estar en la calle sin justificación apropiada o en lugares de aglomeraciones?, ¿por qué hay resistencia a aplicarse vacuna, o lo peor, a llamar a no ponérsela?
Estamos en un momento único que demanda la comprensión urgente y la mejora de la responsabilidad colectiva e in[1]dividual como parte de las acciones para enfrentar esta enfermedad.
Nuestras acciones gubernamentales también se han enfocado en promover en cada individuo y en la sociedad una consciencia cívica responsable frente a esta enfermedad; al igual que una cultura de salud que proteja a partir de los resultados y los distintos saberes científicos que exponen las instituciones académicas.
Debemos comprender que la actitud social responsable es extremadamente importante para afrontar esta situación.
Se basa en que no le hagas a otro lo que no quieras que te hagan. Es poder tener una postura empática con el semejante.
Tenemos que vencer la tendencia a creerse la excepción, que el virus no le va a llegar, y a empezar a cuidarnos a nosotros mismos. No podemos continuar poniendo en riesgo la vida del otro al romper con las restricciones o no tomando las medidas preventivas. La vacunación, el cumplimiento de los protocolos, y la no exposición en aglomeraciones disminuye el riesgo de complicaciones a causa del virus.