El Salvador ha recibido el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su excelente manejo de la pandemia, destacando las acciones tempranas para frenar y retrasar el ingreso del virus al país.
También destaca que «la fuerte respuesta contra la COVID-19 en El Salvador fue construida equipando hospitales, entrenando a los trabajadores de salud a escala comunitaria y preparándose para la distribución de la vacuna, que comenzó el 17 de febrero de 2021».
Todas esas acciones fueron criticadas por la oposición en su momento, y tras este reconocimiento se revela que eran solo ataques vacíos de argumentos, inspirados nada más en el deseo de golpear la administración del presidente Nayib Bukele con un interés netamente electoral.
Para la OMS, El Salvador es un ejemplo para la comunidad internacional por su manejo de la pandemia, debido a la baja cantidad de víctimas y por haber mantenido activo y en pleno funcionamiento el sistema público de hospitales. Sin duda, es un fuerte mensaje y un espaldarazo a la estrategia ejecutada por el ministro de Salud, Francisco Alabí, un funcionario a quien, precisamente por su éxito, tenían en la mira los actuales diputados, quienes estaban dispuestos a destituirlo precisamente el día en que llegaron al país las primeras vacunas contra la COVID-19, destinadas al personal médico de primera línea.
No se trata de que la oposición no sepa valorar las cosas buenas; al contrario, precisamente porque sabe dónde está el éxito del Gobierno enfila sus baterías en su contra, en un esfuerzo por desgastar la imagen de una administración que continuamente recibe aplausos internacionales. Prueba de ello es que los funcionarios responsables del Plan Control Territorial, el ministro de la Defensa, René Merino Monroy, y el director de la Policía Nacional Civil, Mauricio Arriaza Chicas, han sido llamados por la Asamblea Legislativa e incluso sometidos a un antejuicio para tratar de que el Gobierno sufra una derrota.
Sin embargo, la sabiduría popular ha sabido diferenciar a los buenos de los malos funcionarios. El ejercicio democrático de mañana pondrá a prueba a aquellos que, además, deben tener el respaldo del voto popular para continuar en sus cargos. Para unos será un voto de confianza; para otros, el fin de sus carreras.
Es realmente alentador para el país que en medio de una pandemia se reconozcan los esfuerzos para combatir una enfermedad que todavía no conocemos en su totalidad. Es, asimismo, un reto para continuar transformando la historia de nuestro país. El camino es largo, pero es el correcto.