Julio, que recién terminó este domingo, se convirtió en el mes más seguro de la historia de El Salvador. En 21 de sus 31 días no se reportaron homicidios y se redujo la tasa a 2.19 por día, el nivel más bajo de todo el continente.
Antes, el mes más seguro había sido mayo, con 17 días sin homicidios, pero ahora ha sido superado.
Estos logros en seguridad pública son gracias a la implementación de la guerra contra las pandillas, mediante el Plan Control Territorial desde el inicio de la gestión del presidente Nayib Bukele y que fue apoyado recientemente con las medidas especiales contenidas en el régimen de excepción.
Gracias al combate frontal contra las pandillas, el país dejó de ser parte de la lista de naciones más violentas, un triste puesto que heredó de las administraciones de ARENA y del FMLN debido a su connivencia con los grupos criminales, de los que buscaron apoyo electoral y social a costa de la sangre del pueblo salvadoreño.
Sin duda, la recuperación de los espacios comunitarios, la eliminación del terror impuesto por las maras en los barrios y las colonias y el aumento de la seguridad pública son algunos de los logros más evidentes del Gobierno.
No ha sido un camino fácil. Los primeros meses de la implementación del Plan Control Territorial sufrieron el bloqueo en la antigua Asamblea Legislativa, en la que ARENA-FMLN y sus aliados impidieron el financiamiento del combate de la criminalidad, precisamente por sus compromisos con las pandillas.
Ahora, los retos son igualmente grandes. Las medidas especiales del régimen de excepción han permitido la captura en tiempo récord de más de 48,000 pandilleros y colaboradores, la mayoría de los cuales guarda prisión gracias a las sentencias de jueces especializados.
Estos pandilleros no recuperarán su libertad como antes lo hacían en el sistema judicial controlado por ARENA-FMLN, sino que pagarán por sus crímenes con toda la dureza de la ley.
La Policía y la Fuerza Armada, como parte de las últimas fases del Plan Control Territorial, han sido reforzadas para continuar el esfuerzo de convertir a El Salvador en el país más seguro del continente.
Los avances son grandes, están a la vista, pero también falta mucho camino por recorrer, y no habrá descanso en esta marcha. Todo el pueblo está satisfecho con los resultados y espera que se mantengan a lo largo del tiempo.