No hay duda de que cuando las cosas se hacen bien, cuando se actúa de buena fe, con buen sentimiento, Dios las bendice y todo sale a la perfección, aun contra el tiempo o los obstáculos.
Los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe se desarrollan en un ambiente de júbilo, en el que cada atleta está dando todo por llevarle gloria a su país. Y esa alegría no solo se percibe en los escenarios deportivos.
Las diferentes delegaciones han disfrutado sus visitas al Centro Histórico, se les ve en los centros comerciales y en otros lugares, y todo en un clima de seguridad y tranquilidad. Muchos de ellos han tenido la oportunidad de preguntarle al taxista, al del Uber, al que los atiende en un restaurante y al comerciante si de verdad todos los días se vive en total paz, aceptando así al reto que el presidente Nayib Bukele les hizo en la inauguración de los juegos.
Uno de los más experimentados periodistas colombianos lo expresó con toda claridad: «El 100 % de a quienes hemos preguntado nos ha dicho que ahora se vive en total seguridad. Es impresionante». E hizo un comparativo con lo que vivió en nuestro país en los juegos de 2002, cuando «los atletas y los periodistas tenían que ser acompañados por policías para hacer alguna visita a algún lugar o salir de sus hoteles», para que no les pasara nada.
Incluso se han atrevido a preguntar a comerciantes y taxistas «si pagan algún tipo de extorsión», y la respuesta que han obtenido ha sido contundente: «Antes pagábamos mensualmente, ahora eso quedó en el pasado». Y esa es la nueva realidad de El Salvador, la que el presidente Bukele comenzó a construir desde el primer día de su mandato.
Se siente una total satisfacción escuchar esos comentarios por parte de visitantes, atletas y periodistas extranjeros.
Pero mayor satisfacción nos está dando nuestros atletas, quienes han sobrepasado las expectativas, más allá de lograr medallas o no. Los esfuerzos de cada uno han hecho vibrar de emociones a todo un país que tanto anhelaba estos ambientes, y que cada vez más aprecia el inmenso valor de tener a un líder visionario que está cambiando las cosas.
Pero bien dicen que entre el júbilo y la amargura solo hay un paso. Mientras los salvadoreños celebramos 10 medallas ganadas con esfuerzo y dedicación, que hasta han sacado lágrimas de felicidad, hay unos pocos que no ocultan su frustración al ver que todo le va saliendo bien al país.
Son tan miserables que se centran en situaciones adversas que representan un porcentaje tan ínfimo y ocupan a sus organizaciones y periodistas aliados, fuera y dentro del país, para magnificarlas. Y con total descaro ocultan el mayor porcentaje de éxito rotundo. No se dan cuenta de que es una victoria del nuevo El Salvador.
Su miopía es tan grande que tampoco les permite verse en el espejo de cada sondeo, incluso en los que ellos mismos mandan a elaborar. Todas las encuestas les están mostrando el camino al despeñadero en 2024, porque el pueblo desprecia sus acciones.
Y esa misma testarudez es la que los lleva a contratar a leguleyos para elaborar argumentos dizque «basados en la Constitución» para intentar detener la decisión soberana del pueblo de darle un segundo mandato al presidente Bukele.
Deben entender de una vez que la voluntad de los salvadoreños se manifestará en el proceso democrático establecido en nuestra Carta Magna. No hay ningún truco. Si realmente el pueblo desprecia al presidente Bukele, como ustedes afirman, lo ve[1]remos en el resultado. ¿Cuál es el miedo?
Por ahora, tendrán que seguir revolcándose como babosas con sal al ver el respaldo de todo un pueblo hacia su presi[1]dente. Es él y solamente él. Aprovecho para enviar las congratulaciones de este Gobierno, de su servidor, para todos los atletas participantes, porque han sabido poner en alto a nuestra nación.