El jueves, un día después de que Messi anunciara que había decidido unirse al Inter Miami, el atacante francés de 35 años fue aclamado por miles de hinchas en su presentación como nuevo jugador del Al Ittihad, bajo un cielo coloreado por juegos de luces y fuegos artificiales.
El recibimiento de gala a Benzema se pareció al brindado unos meses antes a Cristiano Ronaldo, cuando se unió en enero al Al Nassr, atrayendo la mirada hacia un campeonato hasta entonces desconocido para el gran público.
Arabia Saudita, poderosa monarquía del Golfo y rica por su petróleo, ha sido a menudo criticada por su balance sobre los Derechos Humanos. De manera paralela, se ha posicionado rápidamente en la escena deportiva mundial con la inversión de miles de millones de dólares.
En el fútbol, el país sueña con acoger el Mundial en 2030, un evento planetario que ayudaría a mejorar su imagen ante inversores y turistas, en un momento en el que busca diversificar su economía, dependiente del petróleo.
«La presencia de Cristiano Ronaldo y otras megaestrellas aseguran una publicidad constante para Arabia Saudita, lo que le garantizará en parte estar en el foco cuando anuncie su candidatura para el Mundial 2030», explica el egipcio y experto en el fútbol Amir Abdelhalim.
Visto el efecto que se espera, «100 millones de euros por Benzema, ¡es un regalo!», estima Jean-Baptiste Guégan, especialista en la geopolítica del deporte. «Si la misma suma se hubiera destinado a una campaña tradicional de comunicación turística, no habría tenido este impacto. Con los futbolistas, el eco es completamente desmesurado», subraya.
Objetivo, los Juegos Olímpicos
El año pasado, el príncipe saudita y ministro de Deportes Abdulaziz bin Turki Al Faisal había declarado a la AFP que la organización de los Juegos Olímpicos era «un objetivo último» en la expansión deportiva del país, que será sede de la Copa de Asia de fútbol 2017, los Juegos Asiáticos de 2034 e incluso los Juegos Asiáticos de Invierno de 2029, cuya atribución, considerada por algunos como una aberración ecológica, fue recibida con gran sorpresa.
En 2020 tuvo lugar el primer Rally Dakar en el país. Y especialmente desde 2021, Arabia Saudita no se detiene. Ese año compró el club inglés de fútbol del Newcastle United, acogió su primera carrera de Fórmula 1 y creó el circuito disidente LIV Golf, que consiguió atraer a una parte de las estrellas de la disciplina gracias a lucrativos contratos, lo que generó el enfado del PGA Tour y del DP World Tour.
El martes, después de dos años de guerra abierta, los circuitos norteamericano y europeo anunciaron su fusión con el LIV en una entidad destinada a «unificar, promover y desarrollar el golf», presidida por el patrón del fondo soberano saudita, Yasir Al Rumayyan.
En paralelo, en el marco del amplio programa de reformas «Visión 2030» lanzado por el príncipe heredero Mohammed Ben Salman (37 años), Arabia Saudita vive un momento de importantes cambios sociales y económicos, hasta el punto de construir una nueva ciudad futurista por 500.000 millones de dólares.
«Preparar el futuro»
Para Jean-Baptiste Guégan, Arabia Saudita recurre a grandes nombres del fútbol para responder a las expectativas de las nuevas generaciones, en un país donde ese deporte es especialmente popular, pero también para ayudar a progresar a su selección nacional, que en el Mundial de Catar-2022 dio la sorpresa en la fase de grupos derrotando en el debut a Argentina.
«Mohammed Ben Salman necesita preparar los cuarenta próximos años. Eso pasa por dar satisfacción a la juventud, que representa más del 60% de la población saudita, dándoles divertimentos, reconocimiento y los mejores talentos disponibles para preparar el futuro», subraya Guégan.
Durante diez años, China también evidenció un gran apetito por los futbolistas y entrenadores de prestigio internacional, pero la crisis inmobiliaria puso a los clubes chinos en apuros y frenó la apuesta.
«El proyecto de Arabia Saudita es diferente al de China. La inversión actual está apoyada por un gobierno muy rico y si bien los clubes chinos pagaban mucho dinero, no era por estrellas así», señala Amir Abdelhalim.
Arabia Saudita tiene los cofres llenos. La guerra en Ucrania ha hecho subir los precios del petróleo, lo que permitió unos beneficios anuales récord para su compañía petrolera Saudi Aramco, recuerda Amir Abdelhalim.