Algunos se preguntarán si es realmente necesario cambiar la Constitución del país, tener una nueva constitución. Lo que hay que tener claro es el hecho de que toda la sociedad tiene su propio proceso político, y en ese proceso político existen momentos, existen ciclos en los que, por determinadas causas, se hace necesario que la sociedad realice un nuevo pacto con ella misma. ¿Cuándo terminan y cuándo inician los ciclos políticos? No se está hablando de que debe haber una nueva constitución cada determinado número de años, pero la Constitución no es en realidad más que el reflejo de la constitución social, de la constitución que ya existe y ya opera en términos reales en una sociedad; de un pacto que ya está operando y que solo necesita ser legitimado por el derecho.
Como sabemos, siempre los instrumentos jurídicos van a la zaga, van atrás de las realidades sociales. Quienes sabemos de derecho entendemos que es la repetida costumbre; y la necesidad de que sea regulada esta costumbre, esta nueva manera de hacer las cosas, es la que termina demandando que haya legislación, es decir, la existencia del derecho. Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos es en qué momento hay un cambio sustancial en el hacer de una sociedad que demande en esta un nuevo pacto social. Y nos lo preguntamos en este momento, en el final de un ciclo político, el de la posguerra, y quizá, me atrevería a decir, el final de un ciclo todavía más largo, más grande, que es el final del Estado oligárquico, fundado casi desde el inicio de la República.
¿Será este el momento realmente apropiado para darnos una nueva constitución en un ambiente por primera vez de paz? Todas las constituciones que hemos tenido se han creado en ambiente de hostilidad, de golpes de Estado, de guerras civiles, de momentos críticos que no han permitido muy probablemente una reflexión, un análisis de parte de amplios sectores de la sociedad que pudieran, de alguna manera, expresar qué cláusulas debería llevar, qué partes debería tener ese pacto social, cómo debe ser ese nuevo acuerdo social, cómo se mira la sociedad a futuro.
Las nuevas generaciones estamos claras en que, por supuesto, los detractores de siempre, los que pierden privilegios, los que se han beneficiado del Estado oligárquico y los que se han beneficiado del «statu quo», donde unos pocos han salido siempre favorecidos por encima de una gran mayoría, harán una oposición férrea y feroz para no perder poder, porque evidentemente el poder se pelea siempre en toda sociedad, de una manera brutal, y cuando hablo de poder no me refiero a poder político, me refiero al poder económico, porque sobre la base de la estructura de un orden social siempre está la estructura de un orden económico.
No se puede hacer una nueva constitución que no implique un nuevo Estado acorde con los nuevos tiempos, a este tiempo donde podemos tener la oportunidad de, por primera vez, discutir nuestro pacto social, no bajo las balas, como fue la de 1983, o después de un golpe de Estado, como han sido la mayoría de las constituciones en este país, porque siempre los golpistas buscaron legitimar sus golpes para volverlos «derecho».