Un guanaco en Hollywood: la historia de Héctor II
Decir un guanaco en Hollywood no es lo mismo que decir un gringo en París, un inglés en NY o un japonés en Roma, es otro pisto, no es cualquier cincoeyuca.
Héctor ha trabajado en Panavision, la principal compañía fabricante de cámaras y ópticas en la historia del cine, no como jardinero, motorista o personal de mantenimiento, como los miles de compatriotas que se ganan dignamente el sustento y la platita para las remesas, sino como ingeniero técnico, lo que le ha permitido interactuar con los principales directores de fotografía (DP) de Hollywood, como Rodrigo Prieto o directores como Quentin Tarantino, Steven Spielberg y George Lucas, además de presenciar las producciones de varias de sus más exitosas películas.
Conocí a Héctor por azar del destino, o más bien por la insistencia de Arturo Menéndez, y descubrí a un santaneco conquistando lo que consideraba inalcanzable: estar en primera línea de producción en Hollywood, actualmente como multicam field service director. Pero antes de su conquista, quiero contarles cómo diablos llegó a Panavision.
A diferencia de muchos que llegamos a California a principios de los ochentas y que lo que hicimos para sobrevivir fue lavar platos, parquear carros o vender micas chuecas; Héctor tuvo la suerte de que su madre viviera en Reseda, en esa época poblada principalmente por anglos (gabachos) a diferencia de otros, como yo, que vivíamos en el área de Westlake donde el que hablara inglés era bicho raro. Aunque Héctor me confesó, que también al igual que yo, le tocó ir a comprar sus primeras mudadas al Piojito y comer en el Clifton en el downtown.
— ¿Qué fue lo que más te impactó cuando llegaste a Los Ángeles?
— Lo cosmopolita de la ciudad, pues venía de un pueblón. Empezar a interactuar con gente de diferentes razas. Yo pensaba que hablaba inglés por las clases que había tomado en bachillerato y la universidad, pero nada que ver.
— ¿Y los mexicanos? Una pregunta obligada es la de convivir con mexicanos, ya que para muchos de ellos en ese entonces pensaban que El Salvador era un estado sureño de México.
— Siempre me llevé muy bien con ellos, pero donde siempre había broncas era por el tema del fútbol, por las goleadas que siempre recibíamos, y la eterna rivalidad que eso conllevaba; pero aparte de eso agradezco mucho a los mexicanos con los que me tocó convivir al principio y hasta el día de hoy.
Yo de necio quería saber si había lavado platos en restaurantes coreanos.
— ¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?
— Trabajé en mudanzas, pero tuve la suerte de que a las tres o cuatro semanas de haber llegado a California, una vecina mexicana, amiga de mi mamá, le dijo que su esposo me podía recomendar donde él trabajaba en Panavision. Yo tenía en ese entonces 21 años [o sea hace 40 años] cuando llegué a la entrevista en Woodland Hills. Yo había estudiado Ingeniería Civil en El Salvador, sabía dibujo técnico. Eso les pareció excelente, pero como no había un puesto específico, me ofrecieron el de limpiar baterías para las cámaras, que eran como la de los carros que se le quitan las tapaderas y se le echa agua destilada, limpiar y revisar cables. Esa era parte de la filosofía del fundador de Panavision ponerte a hacer de todo, porque él creía en que tenías que conocer paso a paso todo el proceso para ir creciendo. El agarrar una cámara te lo tenías que ganar, no era así nomás, agarrar una cámara en Panavision era un privilegio.
Cómo a la semana de estar trabajando y estudiando, me mandó a llamar el fundador y CEO de Panavision. A mí me temblaban las canillas porque pensaba lo peor, era todo un protocolo llegar a su oficina; me pidió que me sentara, me dijo que la razón por la que me llamaba era porque el supervisor le había dicho que estaba yendo al colegio y le pareció buena onda que estuviera estudiando, como incentivo me dijo que cualquier costo de libros del colegio la empresa me lo cubriría, y además me subió el salario, que en ese entonces era de $4.25 la hora y pase a ganar como $8 la hora, solo por estar estudiando.
Me empezaron a dar proyectos, ensamblar circuitos electrónicos; luego entré al departamento de video y cámara, después pasé a investigación y desarrollo, donde se implementan nuevas tecnologías, como cuando desarrollamos la cámara platinum, que fue con la que filmaron las películas de «Star Wars», «Batman», las más taquilleras de ese momento, quizás es la mejor cámara que ha construido Panavision.
Ya con el pasar de los años, fui a representar a la empresa en producciones a Inglaterra, Francia, Hawái, Brasil, México. En esa época, fuimos proveedores de las cámaras que se usaron para filmar «Misión imposible» (Tom Cruise), «Captain Hook» (Steven Spielberg), la antesala de los «Piratas del Caribe», así como «Rápido y furioso».
Yo no me podía imaginar esos escenarios y le pregunté qué significaba estar ahí en nombre de Panavisión. «Sentís una gran presión en medio de la producción, porque si algo falla tienes que arreglar una cámara en la locación. Imagínate que en medio del rodaje el magazine donde va la cinta para y se traba la cinta. Tenía que intervenir. Yo debía saber cuál era el problema, y tener ahí mismo que desarmar la cámara o si el visor óptico se trababa por algún tornillo; en fin eso era parte de mi trabajo.
Después pasé al departamento administrativo y técnico. Era responsable de más áreas; empecé a conocer más de óptica, porque tenía que negociar con los clientes. Ahí fue que conocí a directores de fotografía como Rodrigo Prieto («Babel», «Brokeback Mountain», «Lobo de Wall Street») es el DP favorito de Martin Scorsese; Xavier Grobet («Sexo, pudor y lágrimas»; «Un papá singular», «Super Nacho»); el DP de Bob Richardson, favorito de Oliver Stone y Quentin Tarantino («Érase una vez en Hollywood», «Platoon», «Kill Bill», etcétera).
Le dije que parara porque me tenía abrumado con tantos nombres y tantos proyectos y, como típico guanaco, le pregunté de un solo: ¿mirá y por qué no haces algo en El Salvador?
— ¡Ay, Chino! Ya estoy en eso, estamos en pláticas con Argos [principal productora de contenidos de México] para hacer un largometraje o una serie; no es nada fácil, pero estoy seguro de que lo vamos a hacer.
— ¿Qué significa para vos El Salvador?
— Significa la nostalgia. Pero igual quisiera que se hiciera industria fílmica, que creyéramos en nosotros, que lo podemos hacer, que podemos hacer cosas buenas. Tenemos las locaciones, el recurso humano; demostrar que también podemos ser un buen destino para producciones extranjeras; tenemos a Eduardo Mayén, discípulo de Rodrigo Prieto; Ricky Stanley Mejía, un maje sonidista que trabaja con los mejores directores de Hollywood en la ASC (Sociedad Americana de Cinematógrafos); tenemos a un buen número de asistentes de cámaras, «gaffers», guionistas, electricistas, que estoy seguro que aportarían mucho para hacer cine en el país.
Yo como, buen santaneco que soy, lo invité a que viniera al país para mostrarle lo que estamos haciendo, y estoy superseguro de que se va a encular por segunda vez de la patria que lo vio nacer.