Excandidatos del FMLN, de ARENA y de otros partidos políticos forman parte de la planilla de la Asamblea Legislativa, lo que ha sido una práctica corrupta implementada desde hace muchos años. Es normal que cada diputado lleve a su personal de confianza y es lógico que ahora que habrá una nueva correlación en el parlamento haya también una renovación del personal de confianza. Los trabajadores que llegaron pegados a un diputado estaban conscientes de que su período terminaría cuando finalizara el del legislador.
No tiene sentido tener la planilla actual en servicio de ARENA o del FMLN cuando sus bancadas han perdido 23 y 19 diputados, respectivamente. Ahora estamos frente a la nueva realidad y, para mayor eficiencia del gasto público, es obvio que Nuevas Ideas, con una bancada de 56 diputados, va a requerir más apoyo logístico que una bancada conformada por cuatro diputados.
En la Asamblea siempre ha habido un movimiento de plazas eminentemente de apoyo político-partidario hacia el plano institucional, lo cual no sería raro si es que vemos que son personas con trabajos administrativos importantes cuyos resultados respaldan el trabajo entero del Legislativo. Sin embargo, hemos visto que son funcionarios que se dedican a hacer propaganda para sus partidos políticos o que utilizan sus plazas en el parlamento como fuente de ingresos mientras el instituto político los pone a hacer labores de campaña. Economistas, de ARENA o del FMLN, se la pasaban tuiteando y opinando en defensa de las posiciones de sus respectivos partidos, por ejemplo. Si son técnicos reconocidos, fácilmente podrían seguir haciendo su labor desde otras trincheras, no necesariamente desde la Asamblea Legislativa. El Órgano Legislativo no es una fábrica de empleos, como los partidos políticos lo han interpretado durante muchos años. Ahora bien: serán sus bancadas las que decidan si continuarán con ellos o si privilegiarán otro tipo de asesoría. Lo que no se puede hacer es cargar a la administración pública la labor partidista de algunos empleados.
Hay que revisar cuántos de los empleados legislativos, administrativos o miembros de los equipos de trabajo de los partidos —que eran candidatos a alcaldes, regidores o diputados— pidieron permisos sin goce de sueldo para dedicarse a sus campañas o si hicieron proselitismo en horas no hábiles y sin reñir con sus funciones laborales. Si la gente que ha llegado a un cargo de asesoría en la Asamblea Legislativa realmente está preparada para el cargo, es importante que tenga la suficiente honestidad como para desligarse de ese puesto si se dedicó a pedir el voto en la pasada campaña electoral.