El director y guionista español José Luis Cuerda llevó a las salas de cine la obra literaria de Rafael Azcona titulada «La lengua de las mariposas», relacionada con la dignidad humana.
De forma magistral presentó la tensión que se vivió en España en el contexto político-ideológico de la guerra civil y de cómo los valores sociales fueron pisoteados, afectando a muchos.
Una finalidad fue hacer consciencia sobre los tratamientos posguerra y el rol que cumplen los educadores en la enseñanza, para rescatar la dignidad humana.
Por eso, el símbolo de la mariposa es elemental, en el sentido del razonamiento y el conocimiento. Una situación muy similar hemos vivido en El Salvador, aunque la posguerra en el país europeo fue un período de pobreza, hambre, miseria y represalias contra los derrotados republicanos; mientras que en el nuestro, todo eso se trasladó hacia el pueblo, pues los Acuerdos de Paz realmente se firmaron como acta de matrimonio entre areneros y efemelenistas.
Y es que después de la prolongada guerra provocada por estas ideologías de derecha y de izquierda, jamás sus gobiernos se ocuparon de establecer un proceso de recuperación sicológica, mucho menos de apostarle a la educación de nuestros niños y jóvenes con el fin de superar toda secuela del conflicto.
Nunca es importó la dignidad de los salvadoreños, ni de las instituciones que velan por su bienestar y seguridad.
Lejos de eso, establecieron un sistema nefasto y corrupto con el que el FMLN y ARENA se enriquecieron a costa de los impuestos del pueblo, un sistema al que ya me he referido en escritos anteriores.
Toda esa irresponsabilidad y amor al dinero fue un acto criminal, porque permitió que instituciones como la Policía Nacional Civil, la Fuerza Armada y las que conforman Protección Civil fueran menospreciadas y no recibieran el apoyo necesario para cumplir sus misiones en servicio de la población.
Y ahora entendemos muy bien el porqué de su desidia.
Simplemente porque las empresas de areneros o de sus amigos financistas y de algunos del FMLN se lucraron del dolor de los salvadoreños por medio de sus empresas de seguridad, de salud privada, por mencionar algunas.
El bienestar de las familias salvadoreñas nunca estuvo en el radar de los gobiernos de las extremas.
Debilitar a los cuerpos de seguridad y de protección civil fue su afán para seguir en la piñata de dólares.
Las muertes de policías, soldados, bomberos y guardavidas no significaron nada para ellos, mucho menos los asesinatos de trabajadores, niños, jóvenes y profesionales en manos de grupos criminales, por quienes hoy ponen el pecho como si fueran angelitos.
Ese verdaderamente es el odio hacia el presidente Nayib Bukele. Porque llegó a reparar todas las bestialidades de ARENA, el FMLN y Rodolfo Párker, cueste lo que cueste.
Dignificar a cada salvadoreño es su tarea. Acuerpar a las instituciones que arriesgan sus vidas por la de la población es su grande misión.
El Salvador sigue la ruta de la recomposición.
Treinta años de destrucción versus tres años de recuperación en las manos del mandatario más querido por su pueblo, y el que por mucho permanecerá en la historia positiva de nuestro querido país.
Al final, la lengua de las mariposas, de conciencia y razón, no la entienden los cobardes, corruptos y asesinos del pueblo, pero sí los estadistas como Nayib Bukele, que son líderes llenos de coraje y valentía.