En poco más de un año, la humanidad ha visto expandirse en todo el planeta el nuevo coronavirus, causante de la COVID-19. Ahora sabemos que el uso de la mascarilla reduce sustancialmente la transmisión de la enfermedad, que hay que lavarnos continuamente las manos o usar alcohol en gel para desinfectárnoslas, evitar tocarnos el rostro y reducir las aglomeraciones.
En tiempo récord, diversas farmacéuticas lograron sintetizar, probar y validar vacunas contra la COVID-19; sin embargo, aunque los países desarrollados ya empezaron con la inoculación masiva de sus ciudadanos, vemos cómo la pandemia ha tomado más fuerza. Naciones como Alemania reconocen que están en peores condiciones que durante la primera ola de la enfermedad, que ahora tienen más pacientes y el ritmo de muertes es mayor.
El virus original ha mutado y ahora hay nuevas variantes. Las farmacéuticas aseguran que las vacunas serán igual de efectivas, pero la distribución no avanza de la misma manera en todos los países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) denunció recientemente que en estos momentos el 95 % de las vacunas producidas está en manos de las 10 naciones más ricas. En Latinoamérica, poco a poco empieza a llegar la vacuna, pero no en las cantidades suficientes para proteger a toda la población.
Mientras esto sucede, Pfizer, uno de los laboratorios más importantes, anunció que tendrá retrasos de hasta cuatro meses debido a trabajos en una de sus plantas productoras.
El aumento de casos en Europa coincide justamente con las dos semanas de incubación del virus tras las fiestas de Navidad y fin de año. No hubo forma, a pesar de las advertencias y del conocimiento de las consecuencias de participar en reuniones, de que las personas entendieran las recomendaciones de mantener la distancia para frenar la propagación del virus.
Mientras llega la vacuna, todos debemos cumplir los protocolos de bioseguridad. El uso de la mascarilla debe ser permanente mientras se esté en espacios públicos o en presencia de otras personas. Deben evitarse los saludos con contacto físico y se debe garantizar la higiene de todos. El virus continúa vigente, actualizándose para atacar a más personas. Todos debemos continuar con los hábitos que aprendimos durante los últimos meses y no desesperar.
Poco a poco, mientras avance la vacunación, podremos desterrar la enfermedad, como ya se hizo con otros padecimientos. Todo está en nuestras manos, por eso no podemos bajar la guardia.