El país gozará por primera vez las fiestas de Navidad y Año Nuevo más seguras de su historia gracias a que se mantendrá activo el régimen de excepción para combatir a las pandillas. Por iniciativa del Gabinete de Seguridad del Gobierno del presidente Nayib Bukele, la nueva Asamblea Legislativa aprobó una prórroga de los mecanismos legales que permiten mejores herramientas para combatir a las maras y sus colaboradores.
Gracias al régimen de excepción más de 60,000 pandilleros y asociados han sido detenidos y enviados a prisión, con lo que las calles de los barrios y las colonias son ahora más seguras, se eliminaron las trabas y las amenazas contra el comercio y la distribución de mercaderías, además de que se levantó el estigma social que acompañó a grandes porciones del territorio nacional, que estaban bajo el control de las estructuras delincuenciales.
La novena prórroga del régimen de excepción se obtuvo con el voto de 67 diputados de Nuevas Ideas, GANA, PDC, PCN y los disidentes areneros Carlos Reyes, Donato Vaquerano y Jorge Rosales.
Como han hecho desde el inicio en una clara defensa de los pandilleros y grupos criminales, los diputados de oposición negaron sus votos para combatir a las maras. Los diputados de ARENA se abstuvieron de votar, mientras que los del FMLN, VAMOS y Nuestro Tiempo votaron en contra.
Para efectos prácticos, estos cuatro partidos se negaron a votar para mantener activas las herramientas necesarias para que policías, militares, fiscales y jueces derroten a las estructuras criminales que por décadas implementaron el terror en todo el país.
No están de acuerdo con los millares de vidas que se han salvado de las pandillas, que asesinaban a jóvenes, niños y ancianos con cualquier pretexto o en macabros ritos de iniciación para incorporarse al grupo.
Para ellos El Salvador era un mejor país cuando había decenas de homicidios por día, estaba bajo extorsión y las violaciones de las jóvenes terminaban en sus asesinatos. Era mejor para ellos porque estaban a cargo y podían lucrarse de la inseguridad.
Por eso ahora, que los ciudadanos hayan perdido el temor a salir a las calles, para trabajar, estudiar, divertirse o simplemente admirar las bellezas del país es motivo para que pongan el grito en el cielo y digan que se están violando los derechos de aquellos que jamás tuvieron el menor remordimiento cuando descuartizaban a sus víctimas, incluso lo consideraban un trofeo en su vida criminal.
El Salvador ha conocido, por primera vez en su historia, la vida en paz y seguridad y aquellos que se oponen se han ganado el repudio y el olvido.