Antes de opinar sobre la problemática del fútbol nacional le pido disculpas a los equipos, jugadores, entrenadores, auxiliares y colaboradores, pero sobre todo a la gente que se gana el pan los fines de semana en los juegos. A todos ustedes que generan ingresos gracias a este bendito deporte, perdonen. Sin embargo, tengo que decir que todo lo sucedido con la Fesfut y la instalación de un comité regularizador era necesario.
Me pueden decir lo que quieran, pero es que si se celebraban las elecciones del 16 de julio pasado, en las que Hugo Carrillo nuevamente iba a ser elegido como presidente, Émerson Ávalos y Américo Rodríguez continuarían en sus sillas, y de la crisis que vivimos desde hace muchos años, que empeoró hace ocho, de esa ya nadie nos sacaba.
¿Qué logró Carrillo en esos ocho años en los que, prácticamente, siempre mandó? Poco y nada. Y escribo solo el nombre del presidente porque era el único que declaraba, los demás nunca sabían nada.
Este comité cortó un proceso que estaba en manos del colombiano Eduardo Lara y en su lugar trajo a Carlos De los Cobos, que ahora está dedicado al canto en México. Solo hay una participación mundialista que consiguió la selección de fútbol playa en todo ese tiempo que cuenta con el auspicio del Indes con incentivos económicos, y los fogueos que ha tenido han sido gracias al Instituto de los Deportes.
Nuestro fútbol no va cambiar de la noche a la mañana, tampoco tengo la fórmula para que se empiecen a formar futbolistas y a exportarlos a Europa o a grandes clubes de Sudamérica de inmediato o que nuestra liga sea más competitiva a escala regional, pero cambiar a los federativos anteriores ya es un paso de gigante.
Esa gestión quedará en la historia por su pésima administración. Se hicieron públicos algunos casos bochornosos con los jugadores de la selección mayor y de la sub-20 cuando estaban en competencias clasificatorias para mundiales. No quiero imaginar la cantidad de errores cometidos en el día a día que no conocemos. Esperemos que algún jugador o entrenador un día los revele y le den mayor sustento a mi afirmación de que era urgente que el comité anterior saliera de inmediato.
Esa relación entre los jugadores, que son los artistas, se quebró. Fueron los mismos futbolistas los que pidieron en algún momento que el directorio de la Fesfut se fuera, que diera paso a nuevas autoridades para enrumbar nuestro fútbol.
Como cereza del pastel, en la nefasta administración de la Federación de Fútbol me remito a las declaraciones de Sofía Malizia, delegada de la FIFA, y a las de Marco Leal, dirigente de la Concacaf, que el lunes presentaron al regularizador. Fueron enérgicos en que se debe hacer una investigación exhaustiva sobre las finanzas de la Fesfut, sobre todo porque la internacional aporta dinero a sus agremiados.
No era sano, aunque esto haya detenido el fútbol salvadoreño, que el comité anterior se reeligiera en su cargo, ya que ahora también es investigado por la Fiscalía General de la República. Hay indicios de administración fraudulenta y lavado de dinero y activos y solo eso basta para que un directivo serio se aparte, pero ninguno de los que estaba dio un paso al costado cuando esas pesquisas iniciaron.
La suspensión temporal siempre iba a pasar. Este comité no iba a homologar sus estatutos con los de la Ley General de los Deportes, por tanto, no iba a operar porque no podía renovar sus credenciales. Salieron por la puerta de atrás don Hugo y compañía. No aprovecharon su posición para dejar un legado, aunque tanto le haya gustado el fútbol.