El ¡como no te voy a querer.!, retumbó a capela en el sector de sol antes que sonara el silbato inicial. Fue la presentación oficial de una hinchada blanca que había aguardado con paciencia por ocho largos meses la chance de poblar los graderíos y butacas del Cuscatlán para mimar y confesar el amor por sus ídolos.
Lo hicieron con un: ¡Alianza yo te quiero…¡ Y en el césped la orquesta blanca les regaló un «conciertazo» que, salvo por algunas trompetas desafinadas, habría sido perfecto .
Todo empezó cuando pegado a la línea de cal Jorge «Zarco» Rodríguez, agitó la varita director de orquesta, lo siguió Marvin Monterroza con una nota de violinista y enseguida empezó el show con un repertorio de pases y fantasía que pudieron extasiar a la hinchada mucho antes.
Al 19′, la afición blanca ensayó su garganta al gritar gol un testarazo del chileno Sebastián Julio que se marchó apenas desviado. Sin embargo su revancha llegó solo segundos después en un misil de Ezequiel Rivas.
En ese lapso Juan Carlos Portillo entraba como sable en mantequilla por izquierda, pero pocas veces sus centros encontraban el pie que acariciara la pelota y la mandara a besar la red. En el 27′ Michel Mercado mandó a las nubes un gol cantado, pero solo era cuestión de tiempo para que el Cuscatlán viviera otra explosión de júbilo y ocurrió en el 40′ cuando Sebastián Julio mandó a guardar un balón que recogió después de un zapatazo de Jonathan Jiménez que estremeció el travesaño.
Sirvió el festejo de ese gol para bajar la carpa y cerrar la primera función. Quedaban todavía 45 minutos para disfrutar la segunda parte del concierto y el show de Leonardo «El Machito» Menjívar que también marcó un destellante debut.
Menjívar dejó pinceladas de su calidad sobre el césped del Cuscatlán y con él en la cancha Alianza tardó poco más que un bostezo para llegar nuevamente al gol. Se corría el 48′ cuando Mercado se encargó del 3-0. Luego fue Marvin Monterroza quien con un cañonazo colocó el «póquer», para que finalmente Fito Zelaya convirtiera el 5-0 lápidario y fueran despedidos bajo un manto de aplausos.