Dorotea visitó esa mañana la clínica odontológica. Cuando llegó se quitó la mascarilla, pero continuó tapándose la boca con la mano, como ocultando algo. }
Previamente, habíamos conversado amenamente y me contó cómo era su día a día, afanada en el cuidado de sus dos nietos, de 11 meses y de dos años.
«Paso muy ocupada y no había podido venir», dijo.
Antes de una revisión intrabucal, el odontólogo debe hacer una exploración de la historia médica y de los antecedentes odontológicos del paciente, para completar los datos que brindará el examen minucioso de los tejidos bucales, lo que permitirá hacer un plan de tratamiento.
Esta abuela joven y muy activa refirió que hace algunos años le hicieron un puente adelante, ya que perdió sus dientes por caries, y le confeccionaron una prótesis que ahora se ha desadaptado.
Al examinarle la boca no pude evitar abrir mis ojos con sorpresa y preguntar ¿por qué no vino antes? Junto al puente, en uno de los bordes, la encía había formado una masa tan grande como un jocote de corona, que elevaba su labio hasta el punto de no poder cerrarlo.
«Perdone, doctora, por haberme tardado tanto. Dígame que puede hacer algo, por favor. Ahora me duele y me sangra con cada movimiento que hago», repetía Dorotea angustiada.
La higiene era deficiente, aunque ella aseguró que se lavaba tres veces al día. En toda la zona del puente había restos de comida y placa bacteriana, que produjeron inflamación y la formación de un tumor reactivo.
Gracias a Dios era un tumor benigno, pero, por la magnitud, el hueso se perdió en esa zona. Y en un posible procedimiento quirúrgico delicado, seguramente, perderá otra pieza dentaria.
¿Por qué los pacientes no consultan antes de que esto suceda? La respuesta es común y muy sencilla: porque no les duele.
La zona se puede inflamar con un tamaño escandaloso, el mal olor o el sabor pueden ser desagradables, la apariencia puede ser antiestética, puede sangrar de vez en cuando, pero si no duele, no se consulta.
Debemos saber que el cáncer no duele, las lesiones crónicas que deshacen el hueso pasan desapercibidas, y luego, desafortunadamente, hay que informarle al paciente que ya no hay posibilidad de salvarle los dientes o, en casos extremos, la vida.
Gracias a Dios, la paciente de hoy se rá tratada con una mínima invasión a los tejidos. La formación de este tumor benigno no dejará secuelas desastrosas y hay posibilidad de hacer una prótesis removible.
Sin embargo, deberá seguir las indicaciones de una higiene meticulosa para no volver a pasar por este momento tan difícil como fue esperar el resultado de la biopsia para verificar que no hubiera células malignas en el tejido de la encía.
Nunca hay que olvidar que la prevención es menos costosa. Hacer una evaluación anual es más barato que quitar un diente con caries profunda o que optar por una prótesis para volver a masticar o verse bien, como fue el caso de Dorotea.
Lamentablemente, en este caso, nuestra paciente no tuvo el mantenimiento adecuado, por lo que volvió a sufrir las consecuencias del descuido.
Y ahora que el uso de la mascarilla es opcional, gracias a Dios, muchos ya han comenzado a mostrar nuevamente sus dientes al sonreír. ¡Ánimo!