En el tema del deporte, específicamente en el fútbol, se está dando actualmente un tema inédito: la reciente sanción a la Federación Mexicana de Fútbol por parte de Concacaf por el grito homofóbico que es costumbre por parte de la afición mexicana en un partido de fútbol.
La FIFA, que no es precisamente un ejemplo de transparencia, y la UEFA, máximos rectores del fútbol a escala mundial y europea, también se han propuesto eliminar el racismo en el fútbol, tanto en aficionados como en jugadores y árbitros. La leyenda «respect» que se lee en la manga de los jugadores precisamente hace referencia a este tema: al respeto a todas las personas sin importar su color de piel.
No es el objetivo de esta nota editorial argumentar lo obvio, es decir, por qué para mí sí es un grito homofóbico, más bien realzar el derecho humano a la no discriminación. Cada día muchas más personas alrededor del mundo estamos entendiendo la importancia que tiene la no discriminación. Como seres humanos debemos aprender a respetar a las demás personas, aunque tengamos discrepancias; partiendo desde la óptica de que cada persona es única e irrepetible, debemos abrir nuestra mente y saber que si la otra persona piensa diferente, mientras no transgreda ningún derecho, debe respetarse ese punto de vista contrario al nuestro.
Creo que ese grito no refleja la realidad de la sociedad mexicana, ni un pensamiento generalizado, pero sí es algo que debe desaparecer de forma inmediata. La federación mexicana no pudo defender ante la FIFA lo indefendible, y por eso está sancionada y a un pie de ser descalificada para el Mundial de Catar 2022. Cualquier tipo de discriminación tiene que desaparecer de las canchas y de la sociedad en general. Y qué bueno que en el fútbol, un deporte que mueve masas, se esté dando este ejemplo, así este mensaje llega sin duda a todo el mundo.
Nunca será justificada la distinción, la exclusión, la restricción o la preferencia basada en sexo, raza, color, edad, religión, ideologías, discapacidades, diversidad sexual, estatus social o económico. La discriminación debe ser erradicada en todas sus formas, el respeto y la tolerancia nos harán una mejor sociedad.
Nadie es menos ni más que nadie, debemos ser una sociedad igualitaria en donde todos tengamos acceso a una vida digna, se respeten nuestros derechos fundamentales, donde podamos gozar de la libertad para ejercer plenamente esos derechos, que tengamos la justicia y la equidad como pilares fundamentales. Lo anterior en atención al principio universal y absoluto de «igualdad, no discriminación y equidad».
Todas las luchas por cualquier derecho humano son válidas y loables, necesitamos leyes o robustecer las actuales para regular y darles seguridad jurídica a las personas con discapacidad, de la diversidad sexual, a las mujeres, a las personas de comercio informal, campesinos y todos los grupos y las diferentes fuerzas de lucha que sean susceptibles de algún tipo de discriminación, en busca del desarrollo y la plenitud de toda la población.
No podemos minimizar a nadie por ningún motivo. La sociedad salvadoreña se está haciendo un poco más tolerante en ese sentido, pero hace falta aún muchísima sensibilización acerca de este tema. ¡No a la discriminación!