Winstosn Churchill solía decir: «El éxito es la habilidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo». La pregunta que a lo largo de la historia muchas personas se hacen respecto a cuánto han logrado en la vida es incorrecta; no se trata de cuánto, sino de ¿continúo tratándolo? Ya que la vida es una continua inseguridad ante qué hacer y cómo hacerlo, pero al final se trata de forjarlo y poco a poco ir perfeccionándolo. ¡Este es el camino de los sabios!
Particularmente, no encuentro objeción alguna al planteamiento hecho por el gran Churchill, ya que la grandeza de una persona no radica en sus logros, sino en la voluntad y los medios que pone para alcanzar sus sueños; aun cuando esto no sea lo que se logre, de momento, ya llegará el período oportuno para que se materialice el esfuerzo ejecutado. La teoría de que debe contarse el logro de una persona como la base de su importancia es un error nacido de la mala percepción del éxito.
Podría preguntarse: ¿lo cotidiano es extraordinario? No hay cabida para otra respuesta a esa interrogante, no hay nada más extraordinario que lo cotidiano hecho con amor y conciencia; aún más, nada es más perfecto que la imperfección de quien realiza el hecho. Por ello, cada vez que alguien hace algo y no le resulta como lo pensó, eso solo es el inicio de su gran aventura en esta existencia. Es solo un proceso apasionado y apertura de la existencia.
De tal manera, aquellos que al pensar sobre los hechos de su vida creen que es mal logrado su destino por no haber dejado huella de gran empresa en este mundo, deben comprender que no hay nada más equivocado al respecto. El solo hecho de ser y hacer es bastante logro en la vida y, aun más, el esfuerzo diario, continuo, permanente, crea las condiciones oportunas para dejar sendero y luz en derredor. ¡Gota por gota se crea el mar de sabiduría!
Por tanto, defiendo públicamente esta tesis, lo ordinario y cotidiano da no solo para una reflexión filosófica, sino, además, para una reflexión metafísica y espiritual. El maestro Rudolf Otto en su libro «Das Heilige» expresó: «La vida cotidiana en el mundo primitivo era el único horizonte posible de la existencia humana». Entonces, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿por qué cambió esta realidad hermosa? ¿Cuándo se empezó a exigir que el éxito estuviera marcado por grandes hazañas o circunstancias igualitarias para todos?
Querido lector, tu vida es la gran hazaña, tu esfuerzo de cada día por llevar el sustento a tu hogar, por enseñar, por aprender, por servir, por amar, por sufrir, por ser, es más por equivocarte es ante todo y, sobre todo, el gran éxito de tu vida, el gran camino marcado por el peso de la huella amorosa de tu existencia. ¡Sé valiente potencializando lo ordinario de tu diario vivir!
Que este momento sea el gran momento, no por ser extraordinario, sino por ser tu momento, tu ser, tu actuar… Eres la creación más bella de la existencia y Dios mismo sonríe al verte; no dejes que tu vida sea minimizada, es extraordinaria en su sencillez y cada persona tiene un espacio en este mundo que nada ni nadie podrá llenar al ya no estar. Lo mismo pasa con el país, esta pequeña nación, en su ordinariez es extraordinaria, porque está alcanzando identidad y, por tal, está ganando su lugar en la existencia. Bienaventurada sea, pues, la nueva generación que comprenda la grandeza de lo sencillo y lo pequeño, y más bendita sea esta generación que hoy nos ceñimos por alcanzar una luz de verdad ante la tremenda oscuridad de la plasticidad globalizante que igualiza todo, como si todo y todos tuvieran la misma esencia y el mismo destino. Saber vivir y saber sufrir es el único camino certero para el éxito en el coexistir; no hay otra interpretación dolosa que se deba aceptar. Eres exitoso desde el momento en que sigues adelante tú y tu patria.