En mi última columna de opinión publicada en «Diario El Salvador» hablaba sobre la nueva generación de deportistas salvadoreños que participaría en los I Juegos Panamericanos Júnior Cali-Valle 2021. Y hace 15 días escribí sobre la cosecha que hemos comenzado a recoger en lo que a resultados deportivos se refiere en nuestro país.
De Cali-Valle no volveremos con las manos vacías. Al cierre de este espacio de opinión, nuestra delegación sumaba cuatro bronces y tres platas. El primer bronce llegó en tiro con arco, en equipo mixto compuesto, por intermedio de Paola Corado y Gerardo Rivas. El segundo fue cortesía de la misma Paola Corado, en individual femenino compuesto. Luego llegó el tercero, en los patines de Ivonne Nóchez, en los 200 metros meta contra meta.
Y el cuarto fue de la misma Ivonne en la prueba vuelta al circuito.
Las platas, mientras tanto, llegaron en las raquetas de los badmintonistas Uriel Castillo y Fátima Centeno, en dobles mixtos y del mismo Uriel en individual masculino. Esteban Ibáñez, en decatlón, sumó la noche del miércoles recién pasado la tercera plata al medallero salvadoreño en estos juegos.
Para ellos, tal y como lo prometimos en la entrega del pabellón nacional al contingente que nos representaría en este evento, habrá un reconocimiento por poner en alto el nombre de nuestro país. Por cada plata habrá una tableta y $400, y por cada bronce, un teléfono celular y $300. Si llega un oro, el premio será una computadora y $500.
Pero más allá del reconocimiento que les vamos a entregar, lo que vale la pena rescatar es el empeño mostrado no solo por estos medallistas, sino en general por la delegación que está participando en la primera edición de los Juegos Panamericanos que serán clausurados este domingo.
No queremos hablar propiamente de un relevo generacional, porque hay muchos atletas de élite que nos pueden regalar aún más alegrías y glorias para nuestro país. Hablemos de un complemento, de una camada de jóvenes que empieza a pujar fuerte por también aportarle cosas buenas, satisfacciones y triunfos a nuestra patria. Es un grupo que sueña y que tiene mucha esperanza en lo que se está moviendo alrededor del deporte, y de la mano de un grupo significativo de atletas élite que hoy ve y siente un acompañamiento genuino que brinda herramientas para que su talento se eleve al más alto nivel.
Decíamos que seguimos recogiendo los frutos de la cosecha, ya que nos despertamos el pasado martes 30 de noviembre con la enorme satisfacción de que Hérbert Aceituno se alzó con el segundo lugar en la categoría hasta 59 kilos del Campeonato Mundial de Parapowerlifting, que se celebra en Tiflis, Georgia.
De esta manera, nuestro pequeño gigante cierra un año para enmarcar: segundo lugar en la Copa del Mundo de Colombia, medalla de bronce en los Juegos Paralímpicos de Tokio y subcampeón del mundo en tierras euroasiáticas.
Estos resultados en general nos llenan de alegría porque nos confirman que, en lo que a la alta competencia se refiere, estamos en la ruta correcta. Nuestros atletas merecen apoyo, merecen acompañamiento, respaldo y adecuado soporte. No basta con la famosa garra cuscatleca. Tienen que existir procesos integrales que permitan recoger frutos como ahora lo estamos haciendo.
Sabemos que aún falta mucho por hacer. Y sabemos que solos no podemos y que el mérito no es exclusivamente nuestro. Aquí juegan un papel fundamental las federaciones, asociaciones y organizaciones deportivas de nuestro país. Sin ellas, estos resultados, y los que están por venir, no fueran posibles. Pero recalco: se necesita orden y mucha planificación para alcanzar los objetivos. Por nuestra parte solo puedo prometer lo que hasta hoy hemos hecho sin falta: mucho trabajo, dedicación, perseverancia y, sobre todo, seguir luchando para que nuestros atletas tengan lo que nosotros hubiéramos querido para nosotros.
Contamos con ustedes y cuenten con nosotros para seguir recogiendo la cosecha que tanta alegría le genera a todos los salvadoreños.