El presidente Nayib Bukele innovó cuando anunció que El Salvador sería el primer país del mundo en adoptar el bitcóin como moneda de curso legal. La medida generó una ola de
comentarios a favor no solo de los entusiastas de la tecnología y de las criptomonedas, sino también de sectores políticos que ven en el sistema de «blockchain» una manera de lograr independencia de las monedas emitidas por gobiernos.
El bitcóin, a diferencia de la moneda emitida por un Estado, no está bajo control de ningún Gobierno. Son los usuarios los únicos poseedores de su valor, el cual ha ido
creciendo con el tiempo, conforme se extiende el uso de la criptomoneda, pero también a medida que prueba ser un método para asegurar su valor.
Sometido a la oferta y demanda, el bitcóin pasó de valer unos centavos de dólar a superar los $72,000 la semana recién pasada.
El presidente Bukele volvió a innovar al hacer
público, por primera vez, una dirección de bitcóin vinculada al Estado salvadoreño. Esta medida fue aplaudida por diversos actores, tanto nacionales como internacionales, pues ahora cualquier persona puede rastrear las operaciones con la moneda digital que hace el Gobierno.
Esta muestra de transparencia también lleva
un componente de seguridad extra. Los bitcoines del Estado salvadoreño están depositados en una «billetera fría», es decir, no conectada a internet.
Sin embargo, también está «a la vista» la dirección de esta «wallet», razón por la cual la cuenta con los fondos en criptomoneda ha ido creciendo conforme recibe donativos y transferencias de diferentes simpatizantes del presidente Bukele, tanto en el país como en el extranjero.
Y todo está disponible para que cualquiera lo consulte. De acuerdo con John Dennehy, líder del proyecto educativo Mi Primer Bitcóin, «la transparencia debería ser un estándar; una vez más, El Salvador predica con el ejemplo».
Para los opositores que incluso habían sugerido que quizá el Gobierno del presidente Bukele ni siquiera había comprado los bitcoines, el estar viendo «en vivo» los rendimientos de los activos y la forma en que generan ganancias debe ser tan frustrante como cuando se vieron anulados en las urnas
en las dos últimas elecciones.
Y toda esta revolución pone a El Salvador en la vanguardia tecnológica, provocando mucho más interés en el país: ya sea como destino turístico (para conocer a la nación que adoptó el bitcóin como moneda de curso legal) o para invertir de la forma tradicional o en tecnología.