A lma Osiris Salguero, de 47 años, santaneca, administradora de empresas, comenta que con el nacimiento de su hija, Isis, quien tiene el síndrome de Down, se convirtió en otra persona, más empática, hasta convertirse en el apoyo para los padres que reciben el diagnóstico y que ella hubiera querido tener al recibir la noticia.
La madre de dos hijos cuenta que su hija menor tuvo muchas complicaciones a la hora de su nacimiento. Además de tener el síndrome, los doctores no le dieron muchas esperanzas de vida, en fin, un diagnóstico que la llenó de dudas, temores, incertidumbres y culpas, todo por el desconocimiento sobre las personas con esta alteración.
Con un hijo mayor ya en su vida, el nacimiento de Isis la convirtió en una nueva mujer, quien investigó y buscó apoyo, con muy poca respuesta, para ofrecerle a su hija una mejor calidad de vida.
«Cuando nació Isis como que surgió la otra Alma, de ver al mundo desde otros ojos, ya me volví una persona más empática, de meterme en los zapatos de otra persona, en la necesidad de las personas, no solo verlas, sino también en cómo ayudarles», dice la madre y activista por personas con síndrome de Down.
Esa misma empatía y necesidad de conocimiento por darle una mejor calidad de vida a su pequeña la hizo buscar y, con madres y padres de niños con síndrome de Down de Santa Ana, organizar un grupo de apoyo para las familias, que desde 2015 se convirtió en la Fundación Sonrisas Down de El Salvador, que brinda apoyo para personas con esta condición.
La fundación, única de su tipo en el occidente del país, ha brindado asistencia y apoyo a más de 60 familias de personas con este síndrome, con terapias físicas, estimulación temprana, terapia de lenguaje, programa de lectoescritura, aula de apoyo, taller de pintura y clases de natación.
En sus roles de madre y presidenta de la fundación desde su creación, de la que también se considera madre, asegura que lo disfruta al máximo, porque le permite compartir con su hija y ayudar a otras mamás en condiciones similares.
«A mí me encanta, siento que el hecho de estar en la fundación es lo que me mantiene con más vida, el hecho de que uno se encajone con un hijo solamente al cuido, no nos tenemos que descuidar de nuestra vida, el hecho de estar en la fundación, ayudando, aportando, buscando espacios, eso me mantiene activa y, aparte, Isis siempre anda conmigo», dice.
De acuerdo con Salguero, una de las mayores satisfacciones es ver los avances que presentan los niños y las familias, avances reflejados en el solo hecho de salir de sus viviendas y hacer actividades como pintar, nadar y convivir.
«Ha valido la pena y va a seguir valiendo mientras aquí haya cinco o un niño y tengamos para pagar las cosas, esto va a seguir abierto, porque los niños con síndrome de Down siguen naciendo», manifiesta Alma.