«No oigo nada, soy de palo, tengo orejas de pescado». Si se recuerdan, ese era el estribillo que los niños repetían mientras se tapaban los oídos para fingir que no escuchaban algo que les molestaba y que preferían ignorar. Eso es exactamente lo que hoy hace la oposición de este país cuando se tapa los oídos ante lo que dice la gente y cierra los ojos a una realidad que, por mucho que intenten, ya no pueden negar u ocultar.
Cuando se les pregunta sobre cualquiera de las encuestas que dicen que el país va por el camino correcto, estos suelen responder: «No he tenido la oportunidad de verla», eso cuando no dicen que tal medición ha sido pagada o manipulada. Es un hecho que ellos sí leen las encuestas, pero también que les caen como sal en la herida cuando ven que en todas el presidente Bukele aparece en primer lugar.
Otro ejemplo de que ellos niegan la realidad, el cual, por cierto, indignó a muchos, fue cuando una diputada del FMLN tildó de falsas y se burló de las palabras de una anciana que en un medio de comunicación dijo que ahora se sentía más segura. A esos extremos han llegado.
Demuestran también que prefieren cerrar los ojos y oídos a la realidad con sus muchos intentos por silenciar o sacar del aire a los creadores de contenido o youtuberos, intentos de los cuales el último fue la creación de lo que dieron en llamar «el filtro», que no era más que un instrumento de censura, pero que, al final, fue una jugada que les salió muy mal, pues hoy estas personas están en condiciones de recabar información y hacerla llegar a sus seguidores mucho mejor que antes de que intentaran callarlos.
Otra costumbre de esta gente es arremeter contra personalidades internacionales cada vez que hablan bien del país, del Gobierno o del presidente mismo. Al parecer, quisieran que se hiciera cierta la frase «si no lo oigo, no existe», pero eso es imposible y tanto la gente como los hechos se encargan de recordarles a cada momento que esto es real e irreversible. Tanto es así que cuando un miembro de la oposición es entrevistado en cualquier medio de comunicación adonde llegan a despotricar y a tratar de confundir a la gente, muchos llaman para decirles un par de verdades en su cara. Es el único lugar donde he podido ver que algunos de ellos sienten aunque sea un poco de vergüenza, mientras que otros quisieran que se los tragara la tierra.
Aunque también es cierto que de vez en cuando más de alguno cae en la cuenta de que esto es así y que las cosas no se pueden cambiar simplemente negándolas, como es el caso reciente del presidente de ARENA cuando aceptó públicamente la complicada situación de su partido y la poca credibilidad que tiene, dijo que por lo desprestigiada que estaba su bandera probablemente esta no aparecería en las papeletas electorales, aunque lo que se entendió de esas palabras y que él mismo casi afirmó es que probablemente no lleven a un candidato presidencial, sino que apoyarán al de una coalición.
La imagen derrotista del partido ARENA es la imagen misma de toda la oposición: sin fundamento, sin propuesta, sin rumbo y, además, sin liderazgo, pues lo único que tienen son algunos personajes de dudosa reputación y cuya sanidad mental deja serias dudas.