Hace unos días escuché atentamente una entrevista en la que alguien de la oposición criticaba el régimen de excepción, según el entrevistado, a sus nefastas consecuencias y la violación sistemática de los derechos de los pandilleros terroristas y pedía una segunda oportunidad para ellos.
Esta persona está en su burbuja y solo ve lo que quiere ver o, simplemente por motivos que él conoce mejor que nadie, no quiere aceptar la realidad de nuestro país, y así hay varios que se niegan a aceptar que El Salvador ha cambiado, que ya no es el mismo de antes. Malas noticias para los que no quieren aceptarlo, El Salvador no volverá a ser el mismo, ¿es tan difícil comprenderlo?
La mayoría de los pandilleros ha desfilado innumerables veces por el sistema judicial y penitenciario de nuestro país, ha estado recluido en penales cuatro, cinco veces, por decir lo menos, otros terroristas muchísimas veces más. Unos pasaban unos días en bartolinas y salían tranquilamente al llegar su audiencia, otros pasaban unos meses o un par de años en la cárcel y salían con muchas más herramientas para delinquir, con decenas de «wilas» que contenían innumerables órdenes hacia el exterior, órdenes de asesinar y extorsionar a salvadoreños; en general, crear un caos colectivo.
En gobiernos pasados, las cárceles de nuestro país eran Sodoma y Gomorra. Era un sistema penitenciario prácticamente dirigido por las pandillas, un cubil de resguardo desde donde tranquilamente ordenaban todo tipo de delitos, la mayoría asesinatos sanguinarios dirigidos a la población salvadoreña.
Es que en ocasiones perdemos el enfoque de todo esto, y un ejercicio importante es recordar, algo que en el caso de las pandillas es fácil hacerlo porque las heridas viven aún en el día a día de la población salvadoreña. Las heridas sin duda están abiertas, ya que difícilmente una madre dejará de recordar todos los días de su vida cómo abusaron de su hija y luego la cortaron en pedazos; difícilmente un padre podrá olvidar que pandilleros agarraron a su hijo y lo golpearon hasta morir.
Solo Dios sabe la angustia que sentía una persona cuando los pandilleros la agarraban, la metían a una casa destroyer y la torturaban por días, porque sabía que jamás iba a salir viva de esa casa, que jamás iba a ver a sus familiares, que su familia estaría en una angustia incontrolable buscándola y, así, podemos detallar las atrocidades que por décadas las pandillas cometieron en contra de la población salvadoreña, población que nada tenía que ver con las disputas entre pandillas.
Todo esto se hizo imperdonable el día que decidieron matar, extorsionar y atacar a la población civil para vivir y crecer a costillas de los salvadoreños honrados.
¿Una segunda oportunidad para ellos? Han tenido múltiples ocasiones para recapacitar, años para cambiar de estrategia, pero simplemente el ser asesinos está en su naturaleza y nuestro Gobierno lo entiende así, y desde que se implementó el régimen de excepción no ha dejado de tensar la cuerda en contra de ellos. Cosa que la población honrada aplaudimos. ¿Cuál es el interés de algunas personas en defender a las pandillas? Ojalá que pronto la FGR lo descubra.