Los grandes cambios en la historia se han dado después de haber tomado grandes decisiones. Los avances tienen que ver con el descubrimiento de formas nuevas para hacer las cosas y el progreso va relacionado cuando esos cambios se adoptan masivamente.
En El Salvador, las cosas se solían hacer de la forma «tradicional» como parte misma del «statu quo» que no se quería modificar, porque los que ejercían el dominio sobre todo el sistema ya sabían cómo obtener sus ganancias y no querían cambios que atentaran contra su mecanismo de saqueo del Estado y usufructo de la sociedad.
Sin embargo, los salvadoreños se cansaron de la corrupción, de la injusticia y del saqueo que por décadas perpetraron ARENA y el FMLN. La llegada de Nayib Bukele a la presidencia de la república fue el cambio que se necesitaba para impulsar las transformaciones en las que el país se había quedado rezagado.
De esa forma, y apenas el año siguiente de la pandemia, El Salvador tuvo un crecimiento económico de 10.3 %, y este año los organismos internacionales (nada afectos al Gobierno, hay que señalar) auguran que el crecimiento inicia en 3.2 %, pero señalan que podría ser mayor.
Por ello, en esa línea, el presidente Bukele anunció la llegada de 52 reformas que mejorarán el clima de negocios, eliminarán barreras y permitirán que nuevas tecnologías y productos lleguen al país, de modo que mejoren las perspectivas económicas no solo para los inversionistas que están llegando continuamente, sino también para toda la ciudadanía, un aspecto que estuvo ausente en los planes económicos de las antiguas élites empresariales que dominaron durante los gobiernos de ARENA y del FMLN.
La adopción del bitcóin como moneda de curso legal en el país ha sido el punto de arranque para la llegada de criptoinversionistas y expertos que trabajan en la creación de los bonos volcánicos, un fondo de $1,000 millones que será el pilar para el surgimiento de nuevas actividades económicas en el territorio.
Pero todo cambio, como ha sido siempre a lo largo de la historia, enfrenta la resistencia de aquellos que se han beneficiado tradicionalmente con el sistema. Ahora incluso podemos ser testigos de la resistencia, e incluso de un ataque económico, de organismos internacionales y gobiernos que ven en la criptomoneda una amenaza a su control de las finanzas globales.
El Salvador es apenas el inicio de la revolución monetaria mundial, y hay que estar preparados para obtener todas las ventajas posibles